Obispos de Malta: Divorciados en nueva unión “en paz con Dios” pueden recibir Comunión

Obispos de Malta: Divorciados en nueva unión “en paz con Dios” pueden recibir Comunión
Mons. Charles Scicluna / Foto: Alan Holdren (ACI Prensa)

Como el debate sobre la exhortación post sinodal Amoris laetitia continúa ganando fuerza, los obispos de Malta han salido con unas nuevas guías pastorales que permiten a los divorciados en nueva unión, en ciertos casos y después de un "honesto discernimiento", recibir la comunión.

La introducción a las directrices comienzan diciendo que "como la estrella que llevó a los Magos hacia su encuentro con Jesús", Amoris laetitia también "ilumina a nuestras familias en su camino hacia Jesús como sus discípulos".

Este mensaje también incluye a las parejas y familias en "situaciones complejas", tales como las que están separadas o divorciadas y han entrado en nuevas uniones.

Si bien estas personas pudieron haber "perdido su primer matrimonio", muchos no han perdido la esperanza en Cristo, y "desean ardientemente vivir en armonía con Dios y la Iglesia, tanto que nos preguntan qué pueden hacer para estar en capacidad de celebrar los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía".

Al igual que los magos, "estas personas, a veces después de un viaje agotador y difícil, pueden encontrarse con Cristo que les ofrece un futuro, incluso cuando es imposible para ellos seguir el mismo camino como antes", dijeron los obispos.

A través de un proceso de "acompañamiento y discernimiento honesto", Dios es capaz de abrir nuevos caminos a estas personas, "incluso si su viaje anterior pudo haber sido de oscuridad, marcado con errores pasados o experiencias tristes de traición y abandono".

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Firmado por el Arzobispo de Malta, Mons. Charles Scicluna; y el Obispo de Gozo, Mons. Mario Grech, las pautas se leyeron en voz alta en las Misas de ambas diócesis el domingo y consisten en 14 puntos que los sacerdotes deben usar cuando acompañan a parejas en situaciones irregulares.

Estos abarcan sólo el Capítulo 8 de Amoris laetitia, que está dedicada a acompañar, discernir e integrar la fragilidad, y que es donde se encuentra el controversial pie de página número 351.

El capítulo trata, entre otras cosas, de la atención pastoral de los divorciados vueltos a casar, que no han sido admitidos a la comunión a menos que se comprometan a vivir con su pareja "como hermano y hermana", renunciando a los actos propios de las parejas casadas.

El lenguaje ambiguo en el capítulo ha llevado a incertidumbres sobre esta práctica y sobre la enseñanza y el estatus de la exhortación apostólica. Algunos han sostenido que es incompatible con la enseñanza de la Iglesia y otros que no ha cambiado la disciplina de la Iglesia. Otros leen a Amoris laetitia como la apertura del camino a una nueva práctica pastoral, o incluso como una progresión en continuidad con San Juan Pablo II.

En sus directrices, los obispos malteses pusieron un fuerte énfasis en el discernimiento y cercano acompañamiento pastoral en la formación de la conciencia de las parejas divorciadas en segundas uniones, particularmente cuando los niños están involucrados.

Alentaron a los pastores a ayudar a las parejas en estas situaciones a hacer "un examen de conciencia a través de momentos de reflexión y arrepentimiento", preguntándose cómo reaccionaron cuando su primer matrimonio entró en crisis, si trataron o no de reconciliar, qué ha llegado a ser de sus esposos y qué consecuencias ha tenido la separación en el resto de su familia y comunidad.

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"Esto se aplica de manera especial a los casos en que una persona reconoce su propia responsabilidad por el fracaso del matrimonio", dijeron, alentando a los sacerdotes a sopesar cuidadosamente la "responsabilidad moral" de situaciones particulares.

En este proceso, debe prestarse especial atención "a las restricciones condicionantes y a las circunstancias atenuantes", ya que pueden existir ciertos factores que limitan la capacidad de tomar una decisión o "disminuyen la imputabilidad o responsabilidad de una acción", como el temor, violencia, inmadurez, ansiedad o diversos factores psicológicos o sociales, escribieron los obispos.

Citando Amoris laetitia, dijeron que como resultado de estas "restricciones condicionantes y circunstancias atenuantes", ya no se puede "simplemente decir que todos aquellos en cualquier situación irregular están viviendo en un estado de pecado mortal y están privados de la gracia santificante".

Es posible que incluso en "una situación objetiva de pecado, que puede no ser subjetivamente culpable, o totalmente, una persona puede estar viviendo en la gracia de Dios, puede amar y también puede crecer en la vida de gracia y de la caridad, mientras recibe la ayuda de la Iglesia para este fin", dijeron los obispos, citando de nuevo Amoris laetitia.

El discernimiento en esta área es especialmente importante "ya que, como el Papa enseña, en algunos casos esta ayuda puede incluir la ayuda de los sacramentos".

"Pensando que todo es blanco y negro, a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios", dijeron los obispos.

Ellos llamaron por "una instrucción más prudente en la ley de gradualidad" para discernir la presencia y gracia de Dios "en todas las situaciones" y para ayudar a la gente a acercarse a Dios, "incluso cuando no está en una posición para comprender, apreciar o cumplir plenamente las objetivas demandas de la ley".

"A lo largo del proceso de discernimiento, también deberíamos examinar la posibilidad de la continencia conyugal. A pesar del hecho que ideal no es nada fácil, pueden haber parejas que, con la ayuda de la gracia, practiquen esta virtud sin poner en riesgo otros aspectos de su vida juntos. Por otro lado, hay situaciones complejas en las que la opción de vivir 'como hermanos y hermanas' llegar a ser humanamente imposible y da lugar a un daño más grande", escribieron los obispos malteses.

En esto, refirieron la nota a pie de página número 329 de Amoris laetitia, que aplica las palabras de la constitución pastoral del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo moderno, Gaudium et spes, según la cual "donde la intimidad de la vida matrimonial se rompe, su fidelidad puede a veces ser puesta en peligro y su calidad de fecundidad arruinada" – en estos contexto, hablando de las parejas casadas– a "los divorciados que han entrado en una nueva unión."

Los obispos de Malta escribieron: "Si, como resultado del proceso de discernimiento, emprendido con 'humildad, discreción y amor por la Iglesia y su enseñanza, en una búsqueda sincera de la voluntad de Dios y un deseo de dar una respuesta más perfecta a ella', una persona separada o divorciada que vive en una nueva relación, con una conciencia informada e iluminada, puede reconocer y creer que él o ella están en paz con Dios, él o ella no puede ser excluido de participar en los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía".

Tampoco deberían ser excluidas estas parejas para ser padrinos, dijeron. Sin embargo, si por otro lado alguien "hace alarde de un pecado objetivo" como si fuera el ideal cristiano o trata de imponer algo contrario a la enseñanza de la Iglesia, "él o ella no puede en modo alguno presumir de enseñar o predicar a los demás".

Los obispos concluyeron sus directrices subrayando que "para evitar cualquier escándalo o confusión entre los fieles, debemos hacer todo lo posible para informarnos a nosotros mismos y a nuestras comunidades estudiando y promoviendo las enseñanzas de Amoris Laetitia. Esta enseñanza nos exige una 'conversión pastoral'. Junto con el Papa, entendemos a quienes preferirían una 'pastoral más rigurosa', pero junto con él creemos que 'Jesús quiere una Iglesia atenta a la bondad que el Espíritu Santo siembra en medio de la debilidad humana, una Madre que, mientras claramente expresa su enseñanza objetiva, 'siempre hace lo bueno que puede, incluso si en el proceso, sus zapatos se ensucian con el barro de la calle".

Los obispos malteses emitieron sus directrices días después que el Cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dijo en una entrevista con una televisora italiana que mientras el capítulo 8 del documento ha recibido fuertes críticas, Amoris laetitia es "muy clara" en su doctrina.

Él retó a los cuatro cardenales que recientemente publicaron una carta enviada al Papa Francisco pidiendo que "resuelva las incertidumbres y traiga claridad" a la exhortación, particularmente el capítulo 8. El Cardenal Müller dijo que hacer público la discusión "daña a la Iglesia".

El Cardenal Müller ha mantenido consistentemente que la exhortación apostólica del Papa sobre el amor en la familia no ha cambiado la disciplina de la Iglesia sobre la admisión de los divorciados vueltos a casar en la comunión y que debe ser leída en continuidad con el magisterio precedente.

En su discurso del 4 de mayo, se opuso a los argumentos de que Amoris laetitia eliminó la disciplina de la Iglesia sobre el matrimonio y permitió en algunos casos a los divorciados vueltos a casar a recibir la Eucaristía "sin necesidad de cambiar su forma de vida". El Purpurado declaró: "Esta es un asunto de una enseñanza magisterial consolidada, sostenida por las Escrituras y fundada en una razón doctrinal".

Si la exhortación del Papa Francisco "hubiera querido eliminar una disciplina tan profundamente arraigada y significativa, lo habría dicho claramente y presentado razones de apoyo", dijo el Cardenal Müller durante su discurso en un seminario español.

La dubia y la respuesta del Cardenal Müller -y ahora las normas emitidas por el Arzobispo Scicluna y por el Obispo Grech- demuestran la variada recepción e interpretación de la exhortación apostólica dentro de la Iglesia.

Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en CNA.

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