En la última semana, nueve obispos católicos murieron en todo el mundo después de dar positivo por COVID-19.
Entre el 8 y el 15 de enero, obispos de tres continentes murieron como resultado del coronavirus. Los obispos fallecidos tenían entre 53 y 91 años. Cinco de los obispos murieron en Europa, donde una nueva cepa de COVID-19 ha llevado a muchos países a implementar más restricciones.
Cuatro obispos murieron el mismo día, 13 de enero: El Obispo de Glasgow (Escocia), Mons. Philip Tartaglia, que tenía 70 años; el Obispo de Monze (Zambia), Mons. Moses Hamungole, quien murió a la edad de 53 años; el Obispo de Fano (Italia), Mons. Mario Cecchini, de 87 años; y el Arzobispo emérito de Río de Janeiro (Brasil) Cardenal Eusébio Oscar Scheid, de 88 años.