No dejemos que el mundo desvíe el sentido profundo de la Navidad, exhorta Cardenal

No dejemos que el mundo desvíe el sentido profundo de la Navidad, exhorta Cardenal
Adoración de los pastores. Obra de Bartolomé Esteban Murillo

La Navidad no es un carnaval o una celebración hueca, sino la revelación de la grandeza de Dios, por tanto, no dejemos que el mundo secularizado nos desvíe del sentido más profundo de esta fiesta, exhortó el Arzobispo de Caracas (Venezuela), Cardenal Jorge Urosa Savino.

Durante la Misa de Noche Buena, el Purpurado recordó que "la Navidad es la revelación de la grandeza de Dios, de su misericordia, su amor y su voluntad, que es la salvación del mundo entero, de toda la humanidad".

Sin embargo, advirtió, "este mundo secularizado" rechaza a Dios y "lo quiere sacar de la vida humana".

"Quiere prescindir de Dios en la vida económica, en la política, en la vida familiar y conyugal", promoviendo "la anticultura de la muerte con el aborto y la eutanasia", denunció.

En cambio, afirmó, "la Navidad proclama la existencia de un Dios amoroso, el Dios de la vida, el Dios de la felicidad, que santifica la familia, que exalta la vida de los más humildes y pobres, como el niño de Belén".

Por ello, "nosotros, los católicos, y especialmente los seminaristas, los religiosos y las religiosos, los ministros el altar, hemos de meditar en este aspecto religioso, de revelación de Dios, de lo sobrenatural, de lo divino, para tener el entusiasmo y la fuerza de comunicar esa realidad a nuestros hermanos".

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"No nos dejemos desviar del sentido más profundo de la Navidad: es la manifestación de Dios, es el inicio de la revelación de Jesús, la luz del mundo, el Salvador", exhortó.

"No se trata de un carnaval, no es una celebración hueca y sin sentido. Se trata de conmemorar y luego festejar, en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras comunidades, en la Iglesia extendida por todo el universo, la inmensidad del amor de Dios, que tanto ha amado a la humanidad que nos ha enviado a su Hijo único, para que todos los que creamos en El tengamos vida eterna", insistió. 

El Arzobispo invitó a preguntarse "¿de qué nos salva el Hijo eterno e Dios hecho hombre?".

"Nos salva de la fuerza terrible del pecado y del demonio, nos salva de la maldad, de la confusión, de la tristeza y oscuridad de la falta de fe, del horror del odio y de la crueldad, del envilecimiento de la humanidad en la idolatría del dinero, del horror de la guerra, de la destrucción de la juventud por la droga, de la impiedad y de la  indiferencia religiosa, de las pasiones desenfrenadas, de la lujuria, en fin de todo lo que conduce al dolor, a la muerte, y  a la destrucción de la humanidad", señaló.

El Cardenal dijo que "por esa razones, porque nos ha nacido el Salvador, porque nosotros, los que aquí estamos, junto con los más de mil trescientos millones de católicos en el mundo, sabemos que Dios está con nosotros y nos ama para salvarnos del horror del mal y para  llenarnos de vida y felicidad por toda la eternidad, ¡demos gracias a Dios! ¡Gracias, Señor, gracias!".

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