Una turba de musulmanes atacó hace unos días el seminario Jisu Dhyana Niloy de la Diócesis de Dinajpus, al norte de Bangladesh. Los extremistas golpearon a los 25 seminaristas  y destruyeron el mobiliario del edificio.

El Obispo de Dinajpur, Mons. Sebastián Tudu, presentó una denuncia a la policía y señaló a la agencia Fides que desconoce el motivo por el que el seminario y sus estudiantes fueron atacados.

Explicó que "pocas horas antes del ataque se verificó un conflicto entre familias musulmanas y tribales en un pueblo cercano. Después de la disputa, los musulmanes sin razones aparentes, se dirigieron al seminario y lo atacaron".

El Prelado lanzó un llamado con la esperanza de que "toda controversia se resuelva con el diálogo y se mantenga la paz en nuestro territorio", y refirió que la diócesis está muy comprometida en la pastoral de promoción humana, instrucción y desarrollo de las comunidades tribales con total respeto al credo de cada uno.

El seminario atacado propone un tiempo de formación y profundización vocacional para los estudiantes que salen del seminario menor, antes de comenzar los estudios para el seminario mayor. Acoge a estudiantes que provienen de todas las diócesis del país para ser acompañados en un camino de maduración humana, psicológica y espiritual.

Los estudiantes fueron transferidos a otro lugar por orden del rector del seminario, Padre George Gomes.

El mes pasado, más de 200 mil simpatizantes del grupo radical islámico Hefajat-e-Islam protagonizaron una violenta protesta en Daca, capital de Bangladesh, para pedir la "pena de muerte para los ateos". Los enfrentamientos dejaron 29 muertos y más de un centenar de heridos.

El Arzobispo de Daca, Mons. Patrick D'Rozario, lanzó un llamado a propósito de los desencuentros registrados en la capital con la esperanza de que todos los componente políticos y religiosos hagan "un esfuerzo de voluntad y paz y sean reconocidos los derechos de cada creyente, sea cual sea la comunidad religiosa de la que procedan".

La presión islámica por frenar las libertades de los ciudadanos

Desde hace varios meses los grupos islámicos del país presionan al gobierno para que apruebe la propuesta de ley sobre la blasfemia, que ya ha provocado la muerte de varias personas y supondría grandes injusticias contra las minorías religiosas del país.

La propuesta de ley incluye la pena de muerte por blasfemia hacia la religión islámica; que las mujeres tengan prohibido trabajar junto a los hombres; y se prohíbe cualquier tipo de actividad cultural que difame el islam; además, también haría obligatoria la religión islámica.

Por otro lado, el Obispo de Chittagong, Mons. Moisés M. Costa, señaló que la Iglesia es apreciada por el gobierno y muchos ciudadanos en el país gracias a sus obras sociales y educativas.

"En general, en la sociedad civil la gente tienen espíritu de armonía y de paz. Nosotros como minoría ocasionalmente vivimos dificultades: nos acusan de hacer proselitismo. Pero somos tan pocos, menos del uno por ciento de la sociedad, que es difícil sostener estas acusaciones. A pesar de todo, vivimos la fe con alegría. La Iglesia es apreciada por el gobierno y por la gente, por nuestras obras y nuestra credibilidad. Muchos creen en nosotros y nos agradecen nuestra labor social y educativa", refirió el prelado según informó L'Osservatore Romano el 11 de junio.