Los miles de peregrinos de todo el mundo presentes en la Plaza de San Pedro ovacionaron esta tarde los restos mortales del Papa Juan Pablo II durante los breves segundos que permanecieron en el atrio exterior de la basílica antes que atravesaran sus enormes puertas y fueran colocados en el altar mayor al finalizar la ceremonia procesional que partió de la Sala Clementina.
Una procesión de cardenales, obispos y dignatarios avanzó lentamente a través de los pasillos del Palacio Apostólico y descendió unas escaleras de piedra para llegar a la plaza de San Pedro, donde decenas de miles de fieles estallaron en lágrimas y aplausos al ver aparecer el cuerpo de Juan Pablo II “El Grande”.
El cadáver del Papa, con las manos cruzadas a la altura del pecho y que portaban un rosario, estaba colocado sobre un lecho de terciopelo rojo transportado por 12 ujieres y flanqueado por miembros de la Guardia Suiza vestidos de gala y frailes que portaban velas y cantaban el “Señor ten piedad" en latín y diversas letanía de intercesión por el Papa.