María Esperanza Puente abortó a su segundo hijo en una clínica española buscando una salida “fácil” a sus problemas. Diez años después, se reconoce “víctima” de un engaño, aún sufre las consecuencias del procedimiento y está decidida a compartir su dolor para lograr que otras mujeres salven a sus hijos.
“Soy portavoz de las Víctimas del Aborto porque soy víctima. Nunca nadie me informó de las consecuencias psicológicas que iba a sufrir tras abortar”, declara Puente, sobre su nueva faceta de militante pro-vida.
El semanario Alba recogió su historia. María Esperanza sostiene que después de tanto tiempo la “mente guarda recuerdos” que uno cree olvidar, pero la “conciencia humana natural te indica que no está bien lo que has hecho”.