El Obispo de San Sebastián, Mons. José Ignacio Munilla, aseguró que "la corrupción en la vida pública es uno de los principales males morales de nuestros días", por lo que considera necesario "arbitrar medidas de estricto control que puedan devolver la confianza a los ciudadanos".

Asimismo, alertó de que éste clima "puede acarrear un segundo mal moral" como es la "desconfianza generalizada, que nos lleve a aislarnos y ausentarnos de la vida pública y política".

Mons. Munilla presidió la Misa mayor en la Basílica de Santa Maria, con motivo de la festividad del Día de San Sebastián, en la que señaló que, actualmente, en la sociedad "las tentaciones de cansancio, de pesimismo y de desconfianza son grandes".

"De una forma especial, las continuas noticias de corrupción en la vida pública se suceden en los medios de comunicación, hasta el punto de generar la sensación de que nadie escapa a la tentación de enriquecerse ilícitamente", remarcó.

En ese sentido, apuntó que incluso sobre el mismo deporte "se cierne la sospecha del engaño y del fraude". "¿Terminaremos deduciendo que aquellos deportistas que hemos admirado y aplaudido, resulta que estaban dopados o artificialmente estimulados, como parece concluirse tras las noticias de estos días?", se preguntó.

A su juicio, "la corrupción en la vida pública es uno de los principales males morales de nuestros días". Por ello, ha considerado que se hace necesario "arbitrar medidas de estricto control que puedan devolver la confianza a los ciudadanos".

Al mismo tiempo, alertó que el clima generado por la corrupción "puede acarrear en nosotros un segundo mal moral: una desconfianza generalizada, que nos lleve a aislarnos y ausentarnos de la vida pública y política".

"Una tentación posible ante la expansión de la corrupción, es que nos dejemos arrastrar por el escepticismo, e incluso por el cinismo", añadió.

Mons. Munilla consideró que "para no dejarnos arrastrar por los males que se derivan de la corrupción, a la fe en Jesucristo, es importante añadir la virtud de la humildad" y destacó que "todos tenemos que realizar un profundo examen de conciencia".

"No sería justo limitarnos a hablar de la corrupción en tercera persona del plural, como si los corruptos fuesen siempre los demás: ellos, los políticos, los ciclistas. Sinceramente, ¿somos nosotros honestos en nuestra relación con el dinero, a nuestro nivel y en nuestras circunstancias?", recalcó.

Finalmente, el Obispo pidió al patrón de la capital guipuzcoana que "nos ayude a educar y a escuchar nuestra conciencia, sin acallarla ni manipularla".

"La recta conciencia es la mejor almohada, mientras que la conciencia errónea y falsa es, a medio plazo, fuente de sufrimientos y de desequilibrios", concluyó.