Mons. García-Gasco anima a evitar los "contratos basura" y los "matrimonios basura"

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El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, hizo un llamado a evitar los "contratos basura" y los "matrimonios basura" porque "existen situaciones de precariedad e inestabilidad laboral que trascienden la relación meramente laboral para generar una vida personal y familiar en la que repercute, de modo negativo, dicha inestabilidad".

En su carta semanal titulada "Ni contratos basura ni matrimonios basura", el Prelado pide a los sindicalistas y empresarios católicos y a todas las personas de buena voluntad tomar medidas en defensa de la estabilidad familiar, "a través también de la estabilidad laboral y del acceso real a viviendas dignas y lo suficientemente espaciosas para fundar una familia".

"No es lo mismo un contrato basura que una plaza o un puesto laboral fijo", dijo el Arzobispo para quien "el capitalismo salvaje, con la inestabilidad laboral que genera, repercute de forma negativa en la sociedad y en la familia".

Avanzando en su argumentación, Mons. García-Gasco sostiene que "unas relaciones laborales injustas y precarias pueden degenerar en una sociedad que traslada esa misma precariedad a cada individuo". Así, el Prelado sale al paso de quienes presentan como progreso el aumento de parejas y uniones familiares inestables, y se pregunta si, por el contrario, "no es posible que dicha inestabilidad o falta de compromiso en las relaciones más íntimas no sea causa de una sociedad inestable, frágil".

Al respecto, el Arzobispo señala que con relaciones "sin compromisos y sin proyección de futuro" no puede crecer "una sociedad fuerte, sana y con futuro". Por ello, continúa, "el matrimonio estable y permanente que repercute de forma beneficiosa en los hijos y en el cuidado de los ancianos, merece un protección especial y específica sin confusiones".

En su misiva, el Prelado indica que así como la Iglesia ha criticado el marxismo por reducir a la persona a lo puramente material también ha criticado los aspectos "antihumanos y anticristianos del capitalismo salvaje". El hombre "es el centro y medida de la economía, y no a la inversa", explica.

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"No hemos de olvidar que es la integridad de cada persona en concreto, la fidelidad de cada matrimonio, la felicidad contagiosa de cada familia, lo que va a hacer que la institución familiar, célula de la sociedad, siga ocupando el lugar que le corresponde", concluye el Arzobispo.

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