El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, recordó que el misterio frontal del cristianismo es el misterio Trinitario, cuyo reflejo en la historia es la Iglesia, y donde la humanidad puede respirar "la grandeza de Dios".

"Entrar en este misterio sólo podemos hacerlo de puntillas, en silencio, en actitud de profunda adoración. No podemos manipular el misterio para acomodarlo a nuestra medida. En este misterio se entra en actitud de profunda adoración, porque es inmenso y nos desborda por todas las latitudes. Y entrando en este misterio, respiramos la grandeza de Dios y la grandeza del hombre, llamado a compartir esa misma vida en una corriente de amor, que tiene su origen en Dios", afirmó en su última carta enviada a ACI Prensa.

"No es un ser solitario ni aburrido, Dios es trinidad, es comunidad, comunión, familia de amor. Tres personas, un solo Dios. Lo tienen todo en común, se distinguen por la relación personal. El Padre es el dador, el Hijo es el dado, el Espíritu Santo es el don. No cabe mayor comunidad ni mayor diferencia personal", afirmó.

El Prelado explicó que Cristo abrió de par en par las puertas "del corazón de Dios, para introducirnos en esa intimidad divina, en la que descubrimos asombrados que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo".

"Jesucristo, en su condición humana y terrena, ha vivido inmerso en este misterio de amor y de fluida comunicación, con una profunda y espontánea familiaridad con el Padre, hablándonos del Espíritu Santo con toda naturalidad. El ha sido el gran contemplativo, que nos ha hablado de las más profundas intimidades del corazón de Dios", explicó.

Mons. Fernández indicó que Cristo "aparece como una de esas tres personas, en íntima comunión de amor con las demás" y anunciando a los hombres su vocación de "entrar a participar de Dios en esa corriente de amor trinitario. Más aún, Jesucristo nos anuncia que las tres personas de Dios quieren poner su morada en nuestro corazón, a manera de un templo".

"El que ha conocido a Jesucristo ya no está solo ni se siente solo, porque vive en comunidad, en esa comunidad de amor trinitario, cuyo reflejo en la historia es la Iglesia, icono de la Trinidad", afirmó el Prelado.

Mons. Fernández invitó a los fieles a practicar la oración porque con ella se experimenta "esa relación de amor, que tiene su iniciativa en Dios y que nos incorpora a esa relación, haciéndonos hijos del Padre, semejantes al Hijo (Jesucristo), ungidos por el Espíritu Santo".