El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, aseguró que Dios creó al hombre para viva feliz en la eternidad del Cielo, y alentó a los fieles a rezar por los difuntos, especialmente durante el mes de noviembre.

"Dios nos ha creado para la vida, y para la vida feliz en la eternidad del cielo. Ahora bien, no nos llevará con Él forzadamente, sino por la colaboración libre de nuestra voluntad y nuestros actos. La fe nos habla de 'otra vida' más allá de la muerte, pues no acaba todo con la muerte, sino que seguiremos viviendo para siempre", aseguró el Obispo.

En ese sentido, explicó que "el culto a los difuntos se basa en esta certeza. Si no creyéramos en la otra vida, a qué viene la veneración y el culto a los difuntos. Pues no se trata simplemente de un recuerdo nostálgico de aquellos con los que hemos compartido una etapa –más o menos larga- de nuestra vida pasada, sino de la certeza de que están vivos, a la espera de una plenitud, que llegará en el último día de la historia de la humanidad".

"Los difuntos nos hablan, por tanto, no sólo de pasado, sino de futuro. Allí donde ellos han llegado, llegaremos cada uno de nosotros, no sabemos cuándo", señaló.

Mons. Fernández precisó que hemos "nacidos para el Cielo y para Dios, pero el hombre experimenta la tentación constante de apartarse de Dios, porque lo considera su rival, corriendo el riesgo de  perderse eternamente". Por eso, aseguró, la tarea más importante de nuestra vida es "aprender a amar de verdad para saciarnos plenamente de Dios, que nos llama al amor eterno".

El Prelado subraya el ejemplo de los santos, "nuestros hermanos, que han cruzado el umbral de la muerte, y de quienes tenemos la certeza de que algunos ya están con Dios, que han llegado a la meta con éxito pleno" quienes lucharon en esta vida por alcanzar la Vida eterna.

Pero también hay otros difuntos que "están en fase de purificación hasta llegar a la plenitud del amor. Habiendo muerto en la amistad de Dios, hay cicatrices de pecados anteriores que han de ser restauradas, hay egoísmos recónditos que han de ser transformados en amor, hay deudas de amor que sólo se curan en el sufrimiento".

Según explicó el Obispo de Córdoba estos difuntos ya han alcanzado la salvación eterna, pero aún no han llegado al cielo, por eso es importante rezar por ellos y participar por su salvación en "la cruz de Cristo, con ayuno y penitencia, para reparar lo que hicieron mal, y así nosotros resarcirlo en solidaridad fraterna".

Sin embargo, señaló que "cabe la suerte de los que libremente se han apartado de Dios para siempre en el infierno. Por esos no podemos rezar, porque la condenación es eterna, y en el infierno es imposible poder amar".

"No nos consta de nadie, que viva esta situación. Solamente los ángeles caídos, los demonios, que se rebelaron contra Dios y fueron arrojados al infierno, sin posibilidad de redención. Jesús nos avisa en su evangelio de este peligro en nuestra vida, no para asustarnos, sino para mostrarnos que sería una terrible desgracia vivir sin el amor de Dios para siempre, siempre", explicó.

Finalmente, Mons. Fernández animó a visitar los cementerios y ofrecer sufragios por las almas de los difuntos, algo que además nos hace ser conscientes de "nuestra suerte eterna, para desear el cielo, para purificarnos ya aquí en la tierra, participando de la cruz de Cristo, para acrecentar la esperanza en Dios que nos llama a vivir con él".