El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, afirmó que Argentina necesita de la prudencia y honestidad de los gobernantes, pero también de los ciudadanos, porque ambos órdenes "son inseparables, tanto en la orientación personal de la propia vida cuanto en el orden comunitario, en la participación en la vida social".

El Prelado hizo esta afirmación durante la Misa Tedeum por el aniversario de la independencia.

Desde la Catedral de La Plata, Mons. Aguer explicó que "la prudencia es todo lo contrario del disimulo, del subterfugio, de las agachadas y avivadas criollas, y la especie de prudencia que mira al bien común y que por eso se llama política, requiere una rectitud moral que incluye el ejercicio de muchas otras virtudes. No hay prudencia política auténtica sin honestidad, esto es, sin decencia, probidad, honradez".

"La teoría de las virtudes se ve corroborada por la experiencia: todos sabemos sobradamente que ningún país puede prosperar de modo duradero si en lugar de la prudencia reina la insensatez y si se registra en él un índice elevado de corrupción. Por otra parte, la elección de los mejores medios por parte de los gobernantes y de los ciudadanos, y esto es lo propio de la prudencia, permite orientar la vida de la comunidad hacia el verdadero fin, hacia el bien común", subrayó.

Mons. Aguer indicó que "esta cuestión acerca de la prudencia y la honestidad se refleja en las dudas que surgen y en las discusiones que se entablan en numerosos países de tradición democrática sobre lo que se puede esperar de un normal funcionamiento de las instituciones republicanas, y en especial de la representación parlamentaria. La decepción de muchos va a la par de la exigencia de autenticidad, es decir, de sabiduría práctica y de moralidad en la vida pública".

En su homilía, el Arzobispo de La Plata también se refirió a la parábola de los talentos, que "invita a los oyentes a un obrar animoso, a afrontar los riesgos y no dejarse paralizar por el miedo. Es también una exhortación a la lucidez y a la laboriosidad; pone en guardia contra la pereza y la inclinación a esquivar mañosamente los deberes que corresponden proporcionalmente a cada uno. No hay derecho a dejar sin fruto los dones recibidos".

Mons. Aguer dijo que si bien el talento designa una unidad monetaria de gran valor de aquel tiempo, también significa en sentido alegórico las dotes, aptitudes y capacidades. "Podemos aplicar esta imagen a la riqueza física, cultural e histórica de la Argentina, que nos ha sido confiada para hacerla fructificar y que estamos dilapidando por imprudencia y picardía", indicó.

El Arzobispo también invitó a los argentinos a orar a Dios por el bien del país. "Dios nuestro, que con admirable providencia gobiernas todas las cosas, recibe con bondad las oraciones que te dirigimos por nuestra patria, para que por la prudencia de los gobernantes y la honestidad de los ciudadanos, se afiancen la concordancia y la justicia, y podamos gozar de prosperidad y de paz", expresó.