El Arcipreste de la Basílica de San Pedro del Vaticano, Cardenal Angelo Comastri, recordó que Jesús se introdujo en la historia de la humanidad para recordar que a partir del pesebre, a partir de la humildad, es posible construir un mundo mejor.

En una entrevista concedida a ACI Prensa el viernes 22 de noviembre en la Basílica de Santa María del Popolo, el Cardenal Comastri explicó que “el misterio de Belén está todo en la maravillosa noticia de que no estamos solos al afrontar la aventura de la vida en el cansancio de la historia”.

El Cardenal Comastri, reflexionó sobre el valor de la humildad y el hecho de que Jesús no viniese al mundo en un trono rodeado de riquezas. Se encarnó en una familia pobre, y nació en un pesebre, constituyendo con esta venida tan humilde, uno de los mensajes más valiosos de la historia de la salvación.

En este sentido el purpurado dijo, que “Dios se ha introducido en la historia humana justamente en Belén y por tanto, es posible convertirnos en alguien como Santa Teresa de Calcuta, es posible hacernos tan valientes como Juan Pablo II, es posible dar la vida por los demás, como hizo Maximiliano Kolbe, y es posible otra historia”.

“Depende de nosotros dejarnos involucrar en la historia del bien”, añadió.
Durante el Adviento de 2011, el Cardenal Comastri compartió en exclusiva con ACI Prensa una oración para invitar a todos a preparar la Navidad y recordar a los católicos la importancia de preparar los nacimientos en sus hogares. Se titulada "El Pobre de Belén".

"Señor, mientras el tiempo logra todas las esperanzas, Tú, sigues siendo la única esperanza.

Mientras se consuman los siglos y también los milenios, Tú, sigues siendo perennemente joven y conservas la frescura de una flor, y de una fuente que emana.

Señor, las palabras están deshonradas y cansadas, pero dentro de nosotros queda una llamita de esperanza, emerge una necesidad imparable de luz, reflorece la esperanza de algo, o mejor dicho, de Alguien.

Tú, pobre de Belén, eres la respuesta que nosotros a menudo no escuchamos.

Tú, pobre de Belén, eres la riqueza que menudo no entendemos.

Tú, pobre de Belén, eres la paz que dramáticamente nos falta.

Señor nacido en Belén, la ciudad de nuestra pobreza y de nuestra pequeñez, nosotros nos amparamos en María para mirarte con su mirada y para amarte con su corazón, y ésta es la esperanza que ninguno nos podrá quitar jamás.

Amén".