"No se trata de construir casas u hospitales sino enseñar a interpretar la vida desde la dimensión del amor de Dios", expresó el sacerdote Germán Ancanada, miembro de los Misioneros de África, que lleva 50 años en Burundi, donde ha vivido tres guerras y estado condenado a muerte.

El P. Germán Ancanada tiene 76 años, es de Palencia (España) y forma parte de los Misioneros de África, más conocidos como Padres Blancos. Vive en Burundi desde hace medio siglo, tiempo en el que el país y él han sufrido tres guerras, porque, como explica a ACI Prensa, "cuando vas de misionero, tomas el destino del pueblo".

P. Germán conoció a los Padres Blancos durante sus años de seminario en Palencia. "Dijeron que ellos vivían en comunidades de al menos tres personas. Y yo sabía que quería vivir en comunidad", explicó, y aseguró que el mayor trabajo que los misioneros realizan en los territorios de misión no es tanto construir casas u hospitales sino "enseñarles a interpretar la vida desde la dimensión del amor de Dios. Es más importante que la gente se entere de la belleza del amor que de construir puentes o carreteras que el odio después puede destruir. Hay que crear una conciencia".

En ese sentido, al abordar la colecta del DOMUND, el sacerdote habla de la conversión. "El DOMUND no es hacer cosas, que por supuesto que las vamos a hacer, sino hacerlas desde la profundidad de un Dios que ama a esas personas y nos envía a compartir su amor. Y eso es lo bueno, lo bonito (...) La misión es muy interesante y te hace muy feliz, pero siempre tienes que convertirte. Porque siempre hacemos tonterías, bobadas", afirmó.

Asimismo, dijo que se está dando un cambio en la nacionalidad de los misioneros. "Hasta ahora los africanos eran considerados como receptores de las misiones, pero ahora resulta que están comenzando a ser transmisores".

En el caso de los Padres Blancos, la congregación tiene unos 1500 miembros, pero actualmente en el noviciado hay 450 seminaristas de los cuales el 95 por ciento provienen de África.

"Hay que quitar la imagen de que España lo único que puede aportar a los países africanos es dinero. Sabemos muy bien que la fe ha bajado mucho. Pero hay quienes creen de verdad y esa fe les ha hecho felices y es la misma fe que puede dar la felicidad también a los africanos", aseguró.

"Lo primero es el testimonio de Dios. Quizás África no tenga los mismos medios materiales que otros continentes, pero quizás estos no sean tan necesarios como pensamos. Pero a cambio se crea una visión más auténtica al compartir la fe". "Tengo que tener como dice el Papa, 'olor a oveja' y en mi caso, olor a oveja africana. Por eso, si estás con ellos tienes que sufrir con ellos", afirmó.

Dijo que de las tres guerras que sufrió Burundi en 1972, 1983 y 1993, la última fue la más violenta. Muchas zonas quedaron devastadas, por eso, el arzobispo del lugar le encomendó la reconstrucción de un lugar en el que había unas 67.000 casas destruidas."Durante ese período -recuerda- un periodista hizo que me condenaran a muerte por publicar que yo había dicho que todos los militares eran ladrones y corruptos, algo que yo nunca dije".

Entonces el embajador de España pidió que el P. Germán saliera del país por las tensiones creadas por ese artículo. "El embajador dijo al general de los Padres Blancos que me sacara de Burundi, porque la próxima víctima sería yo", recordó.

"Cuando sucedió esto, mi obispo me dijo: 'tú no estás más en peligro que cualquier otro. Si hay inseguridades para ti, también las hay para mí', a pesar de que acababan de matar a dos misioneros javierianos. De hecho poco después, mataron a este Arzobispo. Cuando visito su tumba es como visitar la de un héroe, porque él tenía una categoría humana y una entrega muy superior a la mía", expresó.

Pero, señaló que "un misionero que no tiene cruces no es auténtico".

"Precisamente por eso es normal que se sufra con ellos, es una muestra de autenticidad, es lo natural para mostrar la visión del Evangelio en mi vida".

"El misionero debe ser elemento de unión, de comunión, en los lugares en los que vive, por eso en zonas afectadas por guerras, la manera de respetarse y convivir que da la fe es una solución formidable para participar de la sanación de esa zona", precisó.