El Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, afirmó que la Cruz de Cristo en donde Dios "da nueva vida al hombre" y lo salva es el origen de "la misión de la iglesia, indisoluble del ser cristiano", mas no lo son los "sucedáneos puramente sociales o filantrópicos".
En la carta titulada, "San Francisco Javier, testigo y maestro de la misión", para el Domund 2006 que se celebra este domingo 22 de octubre, el Purpurado madrileño señalo que tanto para San Francisco Javier como para San Pablo "el ‘hecho de predicar no es un motivo de orgullo’, sino una necesidad existencial irreprimible: ‘no tengo más remedio, y ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Y hago esto −hacerme esclavo de todos para ganar a los más posibles, débil con los débiles para gana a los débiles; todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos− por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes’".
"En la misma raíz apostólica -prosiguió el Purpurado- en la que se entronca San Francisco Javier, está la condición y la capacidad de ser testigos y maestros de Cristo ante el mundo entero, la quintaesencia de la Misión. ‘Los Apóstoles -dice el Papa-, transformados interiormente por la fuerza del Espíritu Santo el día de Pentecostés, comenzaron a dar testimonio del Señor muerto y resucitado. Desde entonces, la Iglesia continúa esta misma misión, que constituye para todos los creyentes un compromiso irrenunciable y permanente".