Al llegar al hospital en Ciudad de México, un doctor le solicitó su firma para que a su esposa le pudieran practicar una cirugía. "Rece mucho por ella", le dijo el médico.
"Esa noche experimenté dos situaciones que nunca olvidaré. Antes de la operación, cuando mi esposa iba rumbo al quirófano, una enfermera se le acercó para hacerle una revisión de rutina; el nombre de esa enfermera era Guadalupe, estaba a la vista en su broche. Mi esposa, al percatarse de eso, le preguntó si creía en la Virgen, y la enfermera respondió: '¡Sí, no se preocupe, todo va a estar bien!'", relató García.
Tras la operación y durante la madrugada, García Aspe se encontraba con sus suegros en una de las salas de espera del hospital, aguardando los informes médicos.
"En ese momento llegó una amiga cercana a mis suegros, quien nos invitó a rezar el Santo Rosario. Yo me molesté, se me hizo imprudente que se presentara a esa hora, pero finalmente accedí. Al momento en que terminó el rezo, sonó el teléfono; era el doctor con la noticia de que Rosy estaba fuera de peligro, y me dijo que podía pasar a verla. Cuando la vi, lo primero que le dije fue que me retiraría del campeonato para cuidarla. Ella se negó, me pidió regresar al plantel para ser campeones. ¡Gracias a Dios estaba a salvo! Me pidió buscar a la enfermera para agradecer sus palabras de aliento. Jamás la encontré; nadie sabía de ella. Semanas más tarde celebrábamos juntos el triunfo del Necaxa".