El presidente de Médicos por la Vida, Enrique Jaureguizar, criticó al sacerdote jesuita español Juan Masiá Clavel por decir que "el aborto de un anencéfalo no es el aborto de un ser humano”, y le recordó que toda vida humana es sagrada desde la concepción, ya que en ese momento se le infunde el alma.

En declaraciones recogidas por Hazteoir.org, el médico se refirió a la columna que el jesuita publicó en el diario El País el 30 de julio y donde afirmó que “el aborto de un anencéfalo no es el aborto de un ser humano”, en medio del debate generado por el anuncio del Gobierno de eliminar la malformación del feto como causal de aborto.

“Un feto con una malformación incompatible con la vida extrauterina (supongamos el caso de una agenesia renal irremediable), no podrá llegar a realizar acción humana, porque no sobrevivirá. Es asemejable al ejemplo anterior”, afirmó también el P. Masiá Clavel, profesor de Bioética en la Universidad católica Sophia, de Tokio (Japón).

Ante esto, el médico le recordó al sacerdote que la ciencia y la Iglesia coinciden en que la vida humana comienza en el momento de la concepción” y por tanto “cualquier ser humano es igual de digno y garante del derecho a la vida que cualquier persona. Aunque le falte un brazo o las cuatro extremidades. Al igual que una persona que tenga un coma y dependa de un respirador, no se puede desconectar así como así”.

Incluso, le recordó que la doctrina de la Iglesia enseña que al cigoto “en el momento de su fecundación se le infunde el alma, con lo que esa vida pasa a ser sagrada y acabar con esa vida voluntariamente es un pecado mortal que no puede ser perdonado a través de un sacerdote normal”.

"Si ese ‘jesuita’, que espero que no de demasiadas clases de ética porque confundirá a mucha gente, no sabe cuándo comienza la vida humana ya se lo digo yo, y no porque yo opine así sino porque así lo dice la Iglesia, la comunidad médica y científica internacional y la Declaración de Madrid de más de 2.000 científicos, filósofos, catedráticos: La vida comienza en el mismo instante de la concepción”, reafirmó el presidente de Médicos por la Vida.

Testimonio pro-vida

Por su parte, el médico Esteban Rodríguez, presidente de la Comisión Deontológica de Ginecólogos por el Derecho a Vivir, recordó a Hazteoir.org el caso de Myah Walker, una joven soltera de 23 años que a las 19 semanas de gestación descubrió que su bebé tenía anencefalia. La joven desoyó a los médicos que le aconsejaban abortar y optó por la vida.

“Hoy, mientras escribo esto, Faith tiene 10 semanas de edad (+1 día) y está muy bien. Es totalmente consciente y responde como cualquier bebé ‘normal’. Es muy sensible al tacto (especialmente cuando algo está frío) y no hay duda de que puede oír. Sonríe, hace ruiditos cuando está contenta, llora y es una niña luchadora. Sabe lo que le gusta y lo que no le gusta y te lo hace saber. Tiene su pequeña personalidad propia que nos encanta. Nos ha asombrado su desarrollo (…). Desde que nació podía levantar la cabeza y, cuando se sentó, cuando sólo tenía 5 días, nos dejó boquiabiertos”, relató entonces la joven madre.

Debido a que la niña “claramente estaba consciente y le iba muy bien”, le hicieron un examen que confirmó la anencefalia. “No saben (los médicos) cómo explicar que Faith esté viva y respirando, y mucho menos que además actúe de forma consciente. Hay cosas que los médicos no pueden explicar”, añadió Myah.

La joven madre expresó su deseo de que a través de la vida de Faith “puedan ver la gracia de Dios.

Finalmente la pequeña falleció a los 93 días.

“Los mejores 93 días de mi vida los pasé con mi hija. Faith se fue hoy al cielo. Pasamos toda la mañana y parte de la tarde abrazadas en mi cama. Le dije que la quería muchas veces. La tenía en mis brazos cuando murió. Fue alrededor de la 4:40 de la tarde. Acababa de cambiarle el pañal y decidí cogerla y envolverla en una manta. Sonrió muy dulcemente y siguió haciéndolo durante varios segundos… me pareció que estaba muy mona”.

“Esperé a que volviera a respirar, pero no lo hizo. Me miró, abriendo sus preciosos ojos, y me di cuenta de lo que estaba pasando. Le dije que fuera con Jesús. Le dije que la quería y que todo estaba bien, que nos encontraríamos en el cielo. La abracé y lloré sobre ella. Toqué su pecho y ya no había latidos del corazón. Pero seguía estando guapísima. E incluso ahora, sigue estándolo… la tengo en brazos y parece feliz y en paz. Dios es bueno”, culminó Myah.

Así como el caso de la pequeña Faith, Hazteoir.org señaló que también están los testimonios de la pequeña Marcela de Jesús en Brasil, el de Grayson James Walker en Estados Unidos, el de Dirlene Ferreira en Argentina, y “el impresionante caso de la adolescente Miss D, en Irlanda”.