Al presidir la Misa en las Vísperas de la Solemnidad de María Madre de Dios, el Papa Benedicto XVI señaló que el lugar privilegiado para escuchar Palabra de Dios es la Misa, para que los cristianos se conviertan luego en eficaces anunciadores del Evangelio de Cristo.
En la Basílica de San Pedro el pasado 31 de diciembre, el Santo Padre dijo en su homilía que "con la venida de Cristo y con su redención, estamos ‘en la plenitud’ del tiempo. Como revela San Pablo, con Jesús el tiempo se hace pleno, llega a su cumplimiento, adquiriendo ese significado de salvación y de gracia por el que fue querido por Dios antes de la creación del mundo".
"Nuestro tiempo humano está lleno de males, de sufrimientos, de dramas de todo tipo –desde los provocados por la maldad de los hombres hasta los derivados de las catástrofes naturales–, pero encierra ya, y de forma definitiva e imborrable la novedad gozosa y liberadora de Cristo salvador. Precisamente en el Niño de Belén podemos contemplar de modo particularmente luminoso y elocuente el encuentro de la eternidad con el tiempo, como le gusta expresar a la liturgia de la Iglesia".