Los detalles que no se pudieron ver del funeral de Juan Pablo II

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La Santa Sede reveló los detalles del funeral del Santo Padre que no se vieron por televisión debido al protocolo vaticano. Aunque muchos se conocieron por anticipado, el recuento del Vatican Information Service (VIS) y las fotografías del L’Osservatore Romano quedarán para la historia.

El VIS confirmó que antes de comenzar la Misa de exequias en la Plaza de San Pedro, “los restos mortales del Papa difunto se colocaron en un féretro de ciprés, que fue sellado en presencia de diversos testigos”.

Al rito asistieron entre otros los Cardenales Eduardo Martínez Somalo, Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, Angelo Sodano, anterior Secretario de Estado, Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, Camillo Ruini, vicario para la diócesis de Roma, Francesco Marchisano, Arcipreste de la Basílica Vaticana y los arzobispos Stanislaw Dziwisz, secretario personal del Santo Padre y James Harvey, Prefecto de la Casa Pontificia.

“El Cardenal Camarlengo dio inicio al rito del cierre del féretro. El Arzobispo Piero Marini, maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, leyó a continuación el 'Rogito', un resumen de la vida del Papa, del que los presentes firmaron diversas copias. Después se cantó una antífona y un salmo, a los que siguió una oración silenciosa”.

“El maestro de las Ceremonias Litúrgicas y el secretario de Juan Pablo II pusieron un velo de seda blanca sobre el rostro del Pontífice fallecido y el Cardenal Camarlengo roció los restos mortales del Papa con agua bendita. El Arzobispo Marini introdujo entonces en el ataúd una bolsa con algunas medallas acuñadas durante el pontificado y un tubo de plomo que contiene el original del Rogito. Mientras se cerraba el féretro se rezó el Salmo 41”.

Luego, el féretro fue conducido a la Plaza de San Pedro para la celebración de la Misa.

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Hacia el sepulcro

Al final de la Eucaristía, el Cardenal Camillo Ruini, Vicario de Roma, primero, y luego “los patriarcas y arzobispos mayores y metropolitanos de las Iglesias metropolitanas "sui iuris" católicas orientales, acudieron al ataúd y, frente al altar, rezaron la súplica de las Iglesias Orientales del Oficio de Difuntos de la liturgia bizantina. Todos los presentes rezaron en silencio y posteriormente el Cardenal Ratzinger roció el ataúd con agua bendita mientras el coro cantaba un responso”. 

“En el momento del traslado del féretro a la basílica vaticana, los fieles cantaron el Magnificat. Las personas que habían presenciado antes del funeral la deposición del cuerpo del difunto Pontífice en el féretro, lo acompañaron hasta las grutas vaticanas a través de la puerta llamada de Santa Marta. El Camarlengo, cardenal Eduardo Martínez Somalo, presidió el rito de la sepultura”.

“El ataúd de ciprés con los restos mortales de Juan Pablo II se ató con lazos rojos, sobre los que se imprimieron los sellos de la Cámara Apostólica, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice y del Capítulo Vaticano. El féretro de ciprés se introdujo en otro de zinc y se soldó y cerró y sobre él se imprimieron los sellos de las oficinas mencionadas. En la tapa figuraban la cruz y el escudo del difunto Pontífice”.

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