Filipinas es uno de los pocos países donde el divorcio no está permitido, sin embargo, el Gobierno de Rodrigo Duterte apoya un proyecto de ley para legalizar la separación de los cónyuges; algo que ha hecho que los obispos levanten la voz y adviertan que su aprobación sería devastador para las familias.
"En un contexto en el que el divorcio se presenta como una opción fácil, los matrimonios y las familias se rompen con mayor facilidad", señaló el Arzobispo de Davao, Mons. Romulo Valles; también Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas.
En una declaración a nombre de los obispos del país, Mons. Valles indicó el 13 de marzo que si bien el divorcio "puede proporcionar soluciones legales rápidas para algunos matrimonios aparentemente fallidos", terminaría "destruyendo incluso aquellos matrimonios que podrían haberse salvado mediante diálogos o la intervención de familiares, amigos, pastores y consejeros".