Mary Ann Glendon, Embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede, advirtió en un reciente artículo publicado en L'Osservatore Romano (LOR) cómo el laicismo fundamentalista que no admite la fe en la vida pública amenaza a su país, y cómo esto termina siendo un atentado contra la llamada "laicidad positiva" y la libertad de las personas.
En el artículo, la Embajadora hace un recuento histórico de cómo en Estados Unidos se ha vivido a partir del siglo XIX la relación entre Iglesia y Estado; y recuerda la reciente visita del Papa Benedicto XVI a su país; en la que el Pontífice advertía y recalcaba la necesidad de fortalecer esta relación; y alentaba a los católicos –que son minoría en el país– a no guardar su fe en el ámbito privado sino hacerla parte de su aporte en el debate público, como una manera explícita de ayudar a vivir y forjar la libertad.
Seguidamente recuerda como una decisión de la Corte Suprema en 1962 prohibió que en las escuelas se iniciara las clases con una oración, una costumbre extendida por todo el país. "Esta decisión fue un shock para muchos protestantes tradicionalistas. Se habían dado cuenta, por primera vez, que estaban enfrentándose a una forma de laicidad muy diversa a la que conocían de siempre: una laicidad que quería eliminar todo vestigio de religiosidad de las instituciones públicas en Estados Unidos", explica.