Miles de fieles se dieron cita en la Plaza de San Pedro en el día de la Solemnidad de todos los Santos para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en sus palabras iniciales describió el espectáculo de la santidad como meta espiritual hacia la que todos los bautizados deben caminar mediante el camino de las bienaventuranzas evangélicas.
“Todos los santos traen impreso el ‘sello’ de Jesús, es decir la huella de su amor, testimoniado a través de la Cruz. Todos están en el gozo, en una fiesta sin fin, pero como Jesús, esta meta ha sido conquistada mediante la fatiga y la prueba, afrontando cada uno la propia parte del sacrificio para participar en la gloria de la resurrección”, dijo el Papa al hablar de los santos.
El Pontífice ilustró la realidad de los santos diciendo: “al visitar un jardín botánico, uno queda sorprendido ante la variedad de plantas y de flores, y espontáneamente piensa en la fantasía del Creador que hizo de la tierra un maravilloso jardín. Un sentimiento análogo nos inunda cuando consideramos el espectáculo de la santidad: el mundo aparece como un ‘jardín’, donde el Espíritu de Dios ha suscitado con gran fantasía una multitud de santos y santas, de toda edad y condición social, de todo idioma, pueblo y cultura. Cada uno es diverso del otro, con la singularidad de la propia personalidad humana y del propio carisma espiritual”.