La oración es central para lograr la unidad de los cristianos, dice el Papa

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En una Audiencia General de tono especial, donde tuvo uso de la palabra Karekin II, Patriarca de todos los cristianos Armenios no católicos, el Papa Benedicto XVI subrayó la importancia de la oración para lograr la unidad de los cristianos.

El Patriarca, durante su breve discurso, habló del camino ecuménico y se detuvo en la historia del pueblo armenio, víctima de un brutal genocidio de parte del imperio turco a inicios del siglo XX.

Benedicto XVI, saludando al patriarca, se refirió a la estatua de San Gregorio el Iluminador, fundador de la iglesia armenia, colocada en un nicho de la basílica y que "nos recuerda las graves persecuciones padecidas por los cristianos armenios, especialmente en el siglo pasado. Los mártires armenios son un signo de la potencia del Espíritu Santo, que obra en tiempos de oscuridad y una prenda de la esperanza cristiana en todo lugar".

El Pontífice señaló luego que "estos días de preparación inmediata para la solemnidad de Pentecostés nos estimulan a avivar la esperanza en la ayuda del Espíritu Santo para avanzar por el camino del ecumenismo. Tenemos la certeza de que el Señor no nos abandona nunca en la búsqueda de la unidad porque su Espíritu obra incansablemente para sostener nuestros esfuerzos encaminados a superar cualquier división".

El Espíritu Santo, prosiguió el Santo Padre, es "fuerza para el perdón de los pecados, de renovación de nuestros corazones, de nuestra existencia; renueva la tierra y crea unidad donde había división".

Cuando desciende sobre los apóstoles, éstos hablan en todas las lenguas; un signo, explicó el Papa, de que "la dispersión babilónica, fruto de la soberbia que separa a los hombres, es superada en el Espíritu, que es caridad y nos da unidad en la diversidad".

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"La Iglesia –explicó luego– habla desde el primer momento de su existencia gracias a la fuerza del Espíritu Santo... en todas las lenguas y vive en todas las culturas. No destruye nada de los dones ni de la historia propia, sino que los asume todos en una unidad nueva y grande que reconcilia la unidad con la multitud de formas".

Así, explicó el Papa, el Espíritu Santo "une con su fuerza a los hombres dispersos en la caridad divina y crea así la gran comunidad, que es la Iglesia en todo el mundo".

Benedicto XVI subrayó a continuación que también ahora "la Iglesia recogida en el Cenáculo... reza para conseguir nuevas efusiones de los dones del Espíritu Santo y, empujada por su animoso viento no teme anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Por eso, incluso frente a las dificultades y las divisiones los cristianos no pueden resignarse ni ceder al desaliento".

"Cristo pide a los cristianos que perseveren en la oración  para mantener encendida la llama de la  fe, de la esperanza, de la caridad  y el anhelo de la unidad plena", afirmó el Santo Padre, evocando después su reciente viaje apostólico a Estados Unidos cuando recalcó "la centralidad de la oración en el movimiento ecuménico", porque "en este momento de globalización y, al mismo tiempo de fragmentación, "si no hay oración, las estructuras, las instituciones y los programas ecuménicos estarían privados de su corazón y de su alma".

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