La obediencia al plan de Dios es fuente de serenidad, dice el Papa

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Tras la breve pausa con motivo de sus vacaciones en las montañas del Valle de Aosta, el Papa retomó este miércoles las catequesis sobre los salmos de la hora de Vísperas de la Liturgia de las Horas.

Dirigiéndose a las ocho mil personas que colmaban el Aula Pablo VI, el Santo Padre habló de una de las estrofas del Salmo 118 –el salmo más largo del salterio-, “Promesa de observar los mandamientos de Dios”.

En este salmo, afirmó, se describe “el camino de la vida, a menudo oscuro, pero en el que de repente el esplendor de la Palabra de Dios rasga las tinieblas”.  “Cristo mismo se presentará como revelación definitiva con la imagen ‘Yo soy la luz del mundo’”, agregó.

Juan Pablo II señaló que el salmista evoca “los sufrimientos y los peligros de la vida que debe afrontar y que tiene necesidad de ser iluminada y sostenida”.  “El fiel -continuó- sabe que avanza por las vías del mundo entre peligros, afanes y persecuciones; sabe que la prueba está siempre al acecho. El cristiano, por su parte, sabe que cada día debe llevar la cruz durante la subida a su Calvario”.

A pesar de todo,  dijo el Santo Padre, “el justo conserva intacta su fidelidad”. “La paz de la conciencia es la fuerza del creyente; su constancia en obedecer a los mandamientos divinos es fuente de serenidad. Quiere ser totalmente fiel a la voluntad de su Dios”.

“Por este camino encontrará la paz del alma y conseguirá atravesar la maraña oscura de las pruebas, llegando a la verdadera alegría”, concluyó el Papa.

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