La misión de la Iglesia es anunciar que Dios es Amor y ama la vida, dice el Papa

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El Papa Benedicto XVI visitó  hoy la parroquia de Santa Ana, en el Vaticano, y recordó a los presentes que la vocación y misión de la Iglesia es anunciar al mundo que Dios es Amor y ama la vida y enfatizó el respeto por ésta en todas sus manifestaciones.

En su homilía, el Santo Padre habló sobre el tema de la enfermedad y tras indicar que “Dios es el Dios de vida, Él quiere curar al hombre de toda enfermedad del cuerpo y del alma”, afirmó que el Padre envía a Cristo “para sanar radical y completamente a la humanidad”.

Así, continuó el San Padre, “esta es la vocación y la misión de la Iglesia: anunciar al mundo que Dios es Amor y ama la vida y ha vencido, en Cristo, al pecado y la muerte, liberando al hombre de la esclavitud del mal en cada una de sus manifestaciones, física, psíquica y espiritual”.

En este contexto, el Santo Padre hizo referencia a la Jornada por la Vida que se celebra en Italia, que reclama “el deber prioritario de respetar la vida, tratándose de un bien indisponible: el hombre no es patrón de la vida; es más bien el custodio y el administrador”. Al respecto, agregó, se trata de “signo de contradicción respecto a la mentalidad dominante”.

"La cultura moderna ha legítimamente enfatizado la autonomía del hombre y de las realidades terrena; pero si esta autonomía lleva a pensar que ‘las cosas creadas no dependen de Dios, y que el hombre puede usarlas sin referencia al Creador’, se da origen a un profundo desequilibrio, porque ‘la criatura sin el Creador se desvanece’”, dijo.

También recordó que “el respeto pleno por la vida está ligado al sentido religioso, a la actitud interior con la cual el hombre se pone delante de la realidad, o como patrón, o como administrador”.

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Finalmente, Benedicto XVI recordó a Santa Ana, madre de la Virgen María, “una persona profundamente educada en el sentido religioso, entendido como cultivación de una sensibilidad interior, de una mirada a la realidad que sepa aprehender la profundidad, la dimensión de la verdad, del bien y de lo hermoso, antes que lo útil, lo cómodo, lo ventajoso”.

“María transmitió al pequeño Jesús las palabras de los profetas; y podemos pensar cuántas veces habrá recordado a su Hijo las enseñanzas y los ejemplos de los abuelos Joaquín y Ana. También hoy es indispensable que los jóvenes puedan alimentar su fe en las fuentes de la Palabra de Dios y de la oración”, concluyó.

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