Cuando repartía estas medallas, Don Bosco aconsejaba llevarla siempre consigo, besarla en las tentaciones y encomendarse a María Auxiliadora ante cualquier peligro. Fueron muchos los milagros que obraron estas medallas, tanto físicos como espirituales.
"Poneosla al cuello... Acordaos que la Virgen os quiere mucho y pedidle de corazón que os ayude", solía decir San Juan Bosco, quien concebía esta medalla no como un amuleto, sino como un medio para recordar el poder de María y para animar a una constante y filial confianza en Ella.
María Auxiliadora solía ser invocada ante las amenazas de desastres naturales como terremotos, epidemias, etc.
De hecho, con la llegada del cólera a Francia, Don Juan Bosco recomendó repartir estas medallas a los franceses y que rezaran: Maria Auxilium Christianorum, ora pro nobis. Gracias a María Auxiliadora, muchas familias francesas se salvaron del cólera.