El Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (Argentina), Mons. José María Arancedo, invitó a seguir el camino fe trazado por María, pues para ella “el don de la fe no le daba respuestas mágicas a sus preguntas e incertidumbres, sino razones que sostenían su camino y la alegría de su esperanza”.

Durante la celebración de la Fiesta de la Inmaculada Concepción, el Prelado afirmó que en este Año de la Fe, la Virgen María es presentada “como una imagen cercana a nuestra condición de peregrinos”, pues participa “de nuestra misma condición humana, aunque reconozcamos en ella una intervención única de Dios”.

Mons. Arancedo aclaró que “esto no la aleja de nosotros, sino que vemos en ella una acción especial de Dios hacia quien iba a ser la madre de su Hijo”.

“Siempre que hablamos de María nos movemos en el ámbito del misterio y del obrar de Dios. Esta convicción mantuvo la fe de los primeros cristianos. María no engendró a un hombre decían, sino al Hijo de Dios. Podemos decir que es la mujer elegida por Dios para que se cumpla la etapa última de la historia de la salvación de Dios, es decir, el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo”, afirmó.

“Este peregrinar en la fe acompañó a María toda su vida hasta llegar al pie de la cruz. La fe es el don que nos ayuda a no caer en la tentación de lo mágico y en la solución inmediata, y a vivir con la esperanza del que está en camino en este mundo. La fe, que nace del encuentro con Jesucristo, nos introduce en la verdad plena de lo que somos como hijos de Dios, y nos abre el horizonte de la vida eterna como vocación última del hombre”, explicó el Arzobispo.

Finalmente, Mons. Arancedo señaló que “para venerar a la Santísima Virgen María no tenemos que hacerla Dios, sino reconocer en ella la obra de Dios y su peregrinar en la fe. Ella ocupa, por ello: ‘el lugar más alto y el más cercano a nosotros’”.