La eutanasia no redime a la persona, la suprime

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Al recibir a los 600 participantes en la conferencia internacional sobre las curas paliativas, patrocinada por el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, el Papa Juan Pablo II afirmó que la eutanasia, “en vez de rescatar a la persona de los sufrimientos, la suprime".

La eutanasia es "uno de los dramas causados por una ética que pretende establecer quién puede vivir y quién debe morir. Incluso cuando esté motivada por sentimientos de compasión malentendida, la eutanasia en vez de rescatar a la persona de los sufrimientos, la suprime", señaló el Santo Padre.

La compasión, prosiguió, cuando se entiende de forma errónea, "lleva a eliminar la vida para aniquilar el dolor, invirtiendo así el estatuto ético de la ciencia médica. Al contrario, la verdadera compasión promueve todos los esfuerzos razonables a favor de la curación del paciente".

"La medicina se pone siempre al servicio de la vida. Incluso cuando sabe que no puede vencer una grave patología, se esfuerza por aliviar los sufrimientos. Trabajar con pasión para ayudar al paciente en todas las situaciones significa tomar conciencia de la dignidad inalienable de cada ser humano, incluso en las condiciones extremas del estadio terminal", dijo el Papa a los participantes en la conferencia actualmente en curso en el Vaticano.

El Santo Padre subrayó que la fe puede ayudar a las personas que sufren a consolar a otras personas en su misma situación. "De hecho -afirmó- hay una relación directamente proporcional entre la capacidad de sufrir y la capacidad de ayudar a los que sufren". Las personas sensibles al dolor de los demás y que les ayudan a aliviar sus sufrimientos "son también las más dispuestas a aceptar, con la ayuda de Dios, los sufrimientos propios".

Al referirse a la terapia intensiva, el Papa afirmó que "la decisión eventual de no emprender o de interrumpir una terapia se considera éticamente correcta cuando ésta resulte ineficaz o claramente desproporcionada respecto a los fines de sostener la vida o la recuperación de la salud. El rechazo del ensañamiento terapéutico, por lo tanto, es expresión del respeto que en todo momento se debe al paciente".

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Seguidamente, el Papa insistió en la importancia de estar al lado del paciente hasta el final, con amor y dedicándole todas las atenciones posibles para disminuir sus sufrimientos y para preparar "su alma al encuentro con el Padre celestial".

Asimismo, Juan Pablo II indicó que las curas paliativas se proponen mitigar los síntomas de dolor físico, psíquico y mental en las fases finales de la enfermedad, y por eso se requiere personal especializado.

Igualmente apuntó más adelante que la administración de analgésicos, "debe ser proporcionada efectivamente a la intensidad y a la cura del dolor, evitando cualquier forma de eutanasia", mediante el suministro de grandes dosis para provocar la muerte.

"A pesar de todo, la ciencia y la tecnología -concluyó el Papa II- no podrán jamás dar una respuesta satisfactoria a los interrogantes esenciales del corazón humano. A estas preguntas puede responder solamente la fe. La Iglesia quiere seguir ofreciendo la aportación que le es propia acompañando humana y espiritualmente a los enfermos".

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