En la Solemnidad del Corpus Christi, el Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (Argentina), Mons. José María Arancedo, recalcó que la Eucaristía tiene "consecuencias personales, eclesiales y, por lo mismo, sociales", y que la presencia de Jesucristo en cada persona "es el comienzo de un mundo nuevo (…) es signo y presencia del Reino de Dios".

El Arzobispo señaló que la presencia de la Eucaristía "nos debe crear una sensibilidad más fraterna, como expresión del amor de Cristo" e invitó a "celebrar con gratitud, alegría y compromiso la verdad plena de este Sacramento de nuestra Fe".

La Eucaristía "se convierte, además, en un principio de transformación del mundo a la luz del Reino de Dios", explicó el Prelado y subrayó que "es 'pan del peregrino' que nos alimenta y da sentido a nuestro caminar. Desde la Eucaristía el tiempo ordinario se convierte en tiempo de esperanza, porque en ella ya participamos del tiempo definitivo de la Pascua de Jesucristo".

Mons. Arancedo recordó las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino al decir que la Eucaristía "es un signo que nos muestra lo que se realiza en nosotros en virtud de la pasión de Cristo, es decir, la vida de la gracia, y es, finalmente, un signo que anticipa, que preanuncia la gloria venidera".

El cuerpo y la Sangre de Cristo es "lo que la Iglesia ha recibido. La Eucaristía no es algo más en la Iglesia, sino su 'fuente y culmen' porque ella actualiza la vida de Cristo. En la Santa Misa aclamamos con el gozo y gratitud de la fe: Este es el Sacramento de nuestra Fe", dijo el Arzobispo.