Al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Portugal ante la Santa Sede, el Papa Juan Pablo II manifestó su reconocimiento al gobierno portugués por “resaltar la identidad cristiana de Europa” en la futura Constitución, y el deseo de que “las convicciones que derivan de esta identidad puedan afirmarse tanto en el ámbito nacional como internacional”.
Al referirse al Concordato recientemente establecido entre la Santa Sede y el país peninsular, el Santo Padre señaló que se trata de “la expresión viva de un consenso madurado para reforzar la presencia de esta ‘alma’ cristiana fundada en las ‘profundas relaciones históricas entre la Iglesia Católica y Portugal, según las responsabilidades mutuas que vinculan a las partes, en el ámbito de la libertad religiosa, para continuar con su servicio al bien común y colaborar en la construcción de una sociedad que promueva la dignidad de la persona humana, la justicia y la paz’”.
En su intervención ante el nuevo embajador, Joao Alberto Bacelar da Rocha Paris, Juan Pablo II hizo votos para que Portugal sea un país “siempre abierto a los nuevos desafíos de nuestra sociedad y sabedor de que el Todopoderoso no dejará con las manos vacías a los que confían en sus designios”.