Lo tenía todo: éxito profesional, dinero, amigos y una buena familia, pero aún así no era feliz del todo. Es la experiencia de Belén Manrique, una joven española de 30 años misionera en Etiopía, que lo dejó todo para evangelizar en este país.
"Siempre digo que la misión no tiene nada de aburrida. Es mil veces mejor de lo que podemos imaginarnos. Es una vida llena de sorpresas si uno se pone en manos del Señor", dice al inicio de su entrevista con ACI Prensa durante una visita que realizó a Roma.
"Vivo en Adís Abeba, la capital de Etiopía, y mi misión es ser testigo del amor de Dios allí donde Él me pone, construir la Iglesia porque allí es muy pobre. La comunidad cristiana es muy débil, por lo que es muy importante ayudar a la gente a conocer a Jesucristo", explica.