Muchos italianos cansados de la rutina y el ruido de la ciudad optan por pasar sus vacaciones en los monasterios y conventos que les ofrecen momentos de reflexión y contacto con la naturaleza.
Los religiosos y religiosas que han abierto las puertas de su monasterios -muchos de ellos de clausura- permiten a jóvenes y familias participar de sus actividades y oraciones diarias, además de escuchar sus inquietudes y orientarlos espiritualmente.
"En estos tiempos en los que el rezo y la reflexión pasan inadvertidos", las hermanas agustinas del monasterio de Lecceto, cerca de Siena, ofrecen esta oportunidad, indicó la madre Sofía. Los huéspedes pueden participar de las oraciones de las religiosas e incluso algunos piden ayudarlas en su trabajo de artesanía en madera que realizan para mantener su convento.