El Obispo Auxiliar de Santiago (Chile), Mons. Cristián Contreras, afirmó que la baja en el número de católicos en Chile es una invitación a recomenzar desde Cristo una labor pastoral para evangelizar el país.

El Censo nacional de Población y Vivienda 2012, entregados recientemente por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), reveló que 67,37 por ciento de la población chilena se declara católica. Esto representa una baja de 2,59 puntos porcentuales con respecto al último censo realizado el 2002. Además, se presentó un alza de tres por ciento en el número de personas que afirman no identificarse con ninguna religión.

"Aunque sea un 0,1por ciento de baja (en el porcentaje de católicos), debiera preocuparnos. Estos son los datos duros y es bueno tenerlos en cuenta, porque son un barómetro que nos puede permitir hacer un buen diagnóstico de la situación de la fe en una sociedad", expresó Mons. Contreras. Dijo que "lo que más me preocupa es la indiferencia religiosa, porque prescinde del hecho religioso en sí y seguramente de la trascendencia de la vida".

En ese sentido, indicó que los resultados del censo "son la expresión de un proceso de des-institucionalización, en que la referencia ética y cultural son los sujetos mismos. Un ejemplo muy concreto de estas disociaciones es la crisis de la familia, las exigencias que a ella se le hacen y las pocas ayudas concretas que recibe".

"En este complejo contexto cultural en que se ubican los resultados del censo, ha incidido el deterioro en la imagen de la Iglesia Católica, a causa de las graves situaciones de abusos de ministerio de algunos sacerdotes en Chile, situaciones que están siendo abordadas institucionalmente por la Iglesia chilena a partir de claras normativas emanadas por la Santa Sede", comentó.

"Ante esta realidad, creo que el mismo Documento de Aparecida nos señala una ruta evangelizadora: retomar la invitación del Papa Juan Pablo II de recomenzar desde Cristo. Recomenzar desde Cristo en un encuentro personal con Él, solo puede verificarse desde la fe en su Resurrección. De otro modo, Jesús queda reducido a un buen ejemplo de vida en una dimensión meramente humana, tomando de Él aquello que me conviene o me puede ser útil, finalizó.