Cada 2 de marzo se celebra al Papa San Simplicio, pontífice número 47 de la Iglesia Católica, quien gobernó al Pueblo de Dios entre los años 468 y 483. Se trata de una figura clave de la historia universal porque durante su pontificado se produjo la caída y fin del imperio romano de Occidente (año 476), después de que el emperador Rómulo Augústulo fue depuesto por Odoacro, rey de la tribu germánica de los hérulos.
Una Iglesia sin el apoyo imperial
Aquellos fueron tiempos de grandes cambios para el mundo conocido, y particularmente para los cristianos. Precisamente en ese contexto, Simplicio se convirtió en un férreo defensor de la autoridad de la Sede de Pedro y la independencia de la Iglesia Católica respecto del poder político, sobre todo porque desde Bizancio (imperio romano de Oriente) llegaban señales que invitaban a la unificación del fuero político con el religioso.