Hoy celebramos a Santa Catalina Drexel, apóstol y protectora de las minorías raciales

Santa Catalina Drexel | Santa Catalina Drexel, 3 de marzo / ACI Prensa

Cada 3 de marzo, la Iglesia celebra a Santa Catalina Drexel, religiosa nacida en Estados Unidos, quien fuera fundadora de las Hermanas del Santísimo Sacramento, congregación dedicada a la educación de las minorías raciales y los pobres del país.

Catalina fue hija de un magnate de la banca; sin embargo, a lo largo de su vida, demostró una gran vocación de renuncia a lujos y privilegios, además de haberse caracterizado por un singular desprendimiento: llegó a donar alrededor de 20 millones de dólares -en tiempos en los que esta cifra representaba varias veces su valor actual- para asegurar la educación de gente necesitada, especialmente de indígenas (nativos norteamericanos) y afroamericanos.

Santa Catalina Drexel es la segunda persona originaria de EE. UU. que ha sido canonizada (la primera es Santa Elizabeth Ann Seton). La Iglesia la reconoce como patrona de la justicia racial y de los filántropos.

Un hogar católico

Su nombre completo, en inglés, fue Katharine Marie Drexel. Nació el 26 de noviembre de 1858 en Filadelfia, Pennsylvania, en el seno de una familia aristocrática, ya que su padre era un prominente banquero.

En casa aprendió el valor del trabajo y la preocupación por los más necesitados. Como muestra de ese espíritu, que caracterizó a su familia, dos de sus hermanas formaron parte de importantes proyectos de ayuda social: mientras una de ellas fundó una escuela para huérfanos, la otra construyó una escuela para niños y jóvenes de raza negra en situación de extrema pobreza.

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Llamada a cumplir una misión

Tras la muerte de sus padres, a quienes cuidó con diligencia hasta el final, Catalina siguió el ejemplo de sus hermanas y empezó a involucrarse en la problemática de los nativos de su país, la gran mayoría de veces marginados de la vida social, la educación y el bienestar. Catalina desarrolló un fuerte deseo por evangelizar las comunidades indígenas y darles a conocer a Aquel que es la fuente del amor inconmensurable, el Señor Jesús.

Con esta preocupación, viajó a Roma con el propósito de encontrarse con Su Santidad, el Papa León XIII. El Pontífice la recibió en audiencia en 1887. Durante el encuentro, Catalina le solicitó al Papa que enviara más misioneros al estado de Wyoming para apoyar a su amigo, el obispo local, Mons. James O'Connor. Al pedido de la joven, el Papa respondió incisivamente: "¿Por qué tú no te haces misionera?”.

Compromiso con las minorías étnicas

El encuentro con el Papa -y su penetrante cuestionamiento- cambió la vida de Catalina para siempre. No mucho después, ya estaba de vuelta en Estados Unidos realizando un viaje por los estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur. Durante su recorrido, tuvo la oportunidad de conocer al jefe indio de la tribu Sioux e iniciar una campaña misionera en los territorios habitados por esta etnia.

Su llamado a la vida consagrada era cada vez más claro y por eso la santa solicitó el ingreso al noviciado de las Hermanas de la Misericordia en 1891. Posteriormente fundaría ella misma una congregación: las Hermanas del Santísimo Sacramento, aprobada por el Papa San Pío X en 1913. La Orden tuvo desde el inicio una marcada vocación al apostolado y el servicio de los más necesitados, especialmente indígenas y afrodescendientes.

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Llamadas a formar seres humanos

En 1894, la Madre Drexel inauguró la primera escuela de las Hermanas del Santísimo Sacramento para nativos americanos; luego la escuela para indígenas de Santa Catalina, en Santa Fe, Nuevo México. Numerosas escuelas más del mismo tipo aparecerían con el tiempo, como las edificadas al este del río Misisipi, donde niños y jóvenes afroamericanos eran admitidos sin reservas.

En 1915 llegaría la fundación de las primeras universidades: la Xavier University, en Louisiana, y la Escuela Preparatoria de la Xavier University, en Nueva Orleans. Mientras tanto, la Madre Drexel siguió financiando la construcción de numerosas capillas, conventos y monasterios.

Dios está detrás de todo

Lamentablemente, en 1935, la Madre Catalina sufrió un ataque al corazón que la dejó en mal estado, lo que le impidió continuar normalmente su labor por los siguientes 20 años. Por esa razón, a partir de entonces, llevó una vida de retiro dedicada a la contemplación y la oración.

Para 1942, su obra continuaba creciendo y ya se había constituido una red de escuelas católicas para indios americanos y personas de raza negra en trece estados de la unión.

Herencia espiritual

Santa Catalina Drexel murió el 3 de marzo de 1955 a la edad de 96 años, en el convento de Santa Isabel, Bensalem Township, Pennsylvania. El número de hermanas de la congregación ascendía en ese momento a más de 500, dedicadas a la enseñanza en 63 escuelas repartidas en todo el país.

La Madre Drexel dedicó su vida y fortuna personal -unos 20 millones de dólares- a la promoción de las personas más vulnerables y al anuncio del Evangelio entre quienes no habían oído hablar de Cristo. El Señor la había impulsado a entregarlo todo, desde que cumplió los 33 años hasta el día de su muerte, y ella jamás ofreció resistencia a tan noble llamado.

Santa Catalina fue beatificada el 20 de noviembre de 1988 por San Juan Pablo II, y canonizada por él mismo el 1 de octubre del año 2000. Es llamada “Apóstol de los indios americanos y personas de raza negra”.

Ceremonia de canonización y legado

En la Misa de canonización de Santa Catalina Drexel, el Papa San Juan Pablo II destacó su cuádruple legado: amor a la Eucaristía y perspectiva de la unidad de todos los pueblos; coraje e iniciativa para abordar la desigualdad social entre las minorías; esfuerzos para lograr una educación de calidad para todos; y servicio desinteresado, incluida la donación de su herencia, a las víctimas de la injusticia.

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