Las almas del purgatorio y los panecillos milagrosos
Los fieles, impresionados por las conversiones que se producían gracias al testimonio de vida del santo, le pedían constantemente que intercediera por las almas del purgatorio. Algo que siempre hizo con diligencia y responsabilidad. Nicolás sabía que quienes han muerto y no han podido aún ingresar al cielo porque tienen pecados que purgar (purificar) necesitan ayuda y solidaridad de quienes pueden rezar por ellos. Esto habría de ser para el santo una suerte de misión: salvar almas del purgatorio.
No en vano le valió, muchos años después de su muerte, que la gente empiece a llamarlo “patrón de las santas almas” o “protector de las ánimas del purgatorio''.
A San Nicolás de Tolentino también le tocó soportar dolores y situaciones muy duras. El fraile padeció por varios años de fuertes dolores de estómago, y por algunos períodos su salud se quebró completamente. Un día, estando gravemente enfermo, se le apareció la Virgen María y le dio ciertas instrucciones, con las que al final se obraría un milagro. La Madre de Dios le dijo que se hiciera de un trozo de pan, lo mojara en agua y se lo comiera, y que si lo hacía obedientemente, ella curaría sus dolencias -existe otra versión del relato que señala que fue la misma Virgen quien le dio de comer los trocitos de pan-.