Cada 6 de marzo, la Iglesia celebra a San Olegario (1060-1137), quien fuera al mismo tiempo obispo de Barcelona, arzobispo de Tarragona y administrador de los territorios de una tercera diócesis. Insigne orador, estimado por sus contemporáneos, se desempeñó como organizador eclesial y prudente administrador. Trabajó incansablemente por fortalecer la religiosidad de su pueblo y la presencia de la Iglesia en la vida cotidiana de los fieles.
Olegario nació en 1060, en el seno de una familia importante de Barcelona, vinculada a la nobleza. Su padre fue mayordomo y secretario de Ramón Berenguer I, conde de Barcelona. Su madre, Guilia, era descendiente de la nobleza goda. Aún pequeño, con solo 10 años, fue encomendado por sus padres a la catedral de Santa Cruz de la Ciudad Condal para que recibiera educación.
Años más tarde -ya como presbítero- formaría parte del gremio de canónigos de la catedral, después de San Adrián de Besós y posteriormente de Sant Rufo de Aviñón.