Llegado el momento, el superior provincial jesuita en Rusia lo nombró Provincial en Italia, contando con la aprobación del Papa Pío VII. Así, la comunidad empezaba a renacer, aunque fuera a paso lento y en secreto. El santo oró y trabajó sin descanso para ver a la Compañía de Jesús fortalecerse. En 1804, sus esfuerzos dieron fruto: el reino de Nápoles aceptaba el regreso de los jesuitas expulsados.
Restauración de los jesuitas
Poco tiempo después, con la generosa ayuda de muchísimas familias europeas, Pignatelli logró reabrir varios conventos jesuitas en Roma, Palermo, Orvieto y Cerdeña. En 1811, el 15 de noviembre, antes de poder ver el restablecimiento completo de la Compañía de Jesús, el Padre José Maria falleció.
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