"Desde este error de principio sólo pueden derivarse efectos funestos. [...] Cuando el pobre adquiere el estado de ‘primum’ epistemológico, ¿qué ocurre con la fe y su doctrina a nivel de teología y de pastoral? [...] El resultado inevitable es la politización de la fe, su reducción a instrumento para la liberación social".
"La 'pastoral de la liberación' se vuelve un brazo entre tantos del ‘movimiento popular’. La Iglesia se hace semejante a una ONG y así se vacía también físicamente: pierde empleados, militantes y fieles. Los ‘de afuera’ experimentan poca atracción por una ‘Iglesia de la liberación’, ya que, para la militancia, disponen ya de las ONGs, mientras que para la experiencia religiosa tienen necesidad de mucho más que una simple liberación social. Además, por el hecho de no percibir la extensión y la relevancia social de la actual inquietud espiritual, la teología de la liberación se muestra culturalmente miope e históricamente anacrónica, o sea alienada por su tiempo".
En la segunda parte de su ensayo, el autor muestra cómo la teología de la liberación puede "salvarse" con sus frutos positivos sólo regresando a su fundamento original, que se encuentra en el documento final de la conferencia de Aparecida.
Ese documento, escribe, es la "límpida demostración" de cómo es posible conjugar correctamente la fe a la acción liberadora. A diferencia de la teología de la liberación, que "parte del pobre y encuentra a Cristo", Aparecida "parte de Cristo y encuentra al pobre", teniendo bien claro que "el principio-Cristo incluye siempre al pobre sin que el principio-pobre incluya necesariamente a Cristo. [...] La fuente original de la teología no es otra que la fe en Cristo".