Por tal motivo, precisó que, con más hombres íntegros, muchas niñas aprenderán a amar "al varón virtuoso, casto, protector, amable y fiel, y soñar y proyectar compartir la vida con alguien parecido a él".
Aquí la reflexión completa del P. Bonnin.
Esta mañana, cuando miré con más cuidado y detalle la hermosa imagen de San José abrazando al Niño en uno de nuestros colegios, lo entendí.
Entendí que gran parte de la crisis que vive Argentina y el mundo es por la ausencia de más hombres como José.
Entendí que esa imagen contenía y expresaba a la vez la dignidad del trabajo humano y el lugar insustituible del varón en la educación de los hijos.
Entendí que muchas niñas crecen sin tener cerca suyo un José en el cual puedan aprender a amar al varón virtuoso, casto, protector, amable y fiel, y soñar y proyectar compartir la vida con alguien parecido a él.
Entendí que necesitamos más hombres como José para sanar y restaurar la imagen del varón lujurioso, egoísta y violento que subyace -con fundamento en la realidad o no- en el corazón de tantas de nuestras adolescentes, impulsándolas a dudar o desconfiar del valor del matrimonio.
Entendí también que muchos niños crecen sin tener cerca un José en el cual puedan aprender a valorar su virilidad. Un José fuerte pero no agresivo, sólido, pero no insensible, íntegro y honesto, seguro de sí mismo, pero no arrogante.
Entendí que necesitamos más hombres como José para sanar y restaurar la imagen del varón que se está desdibujando y que genera cada vez más niños con una identidad confusa, con una varonilidad inconsistente, con tanto sufrimiento ya incipiente.
Miremos a José, dejemos que esa imagen de trabajador, esposo y padre nos inspire.
Confiemos a su ejemplo y a su intercesión la vida de las familias actuales y futuras.
P. Leandro Bonnin.