Cuando era investigado por el Santo Oficio, ahora la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Padre Pío relató que "el 20 de septiembre de 1918 luego de la celebración de la Misa mientras estaba en el debido agradecimiento en el Coro repentinamente fui presa de un temblor, luego me llegó la calma y vi a Nuestro Señor en la actitud de quien está en la cruz, pero no vi si tenía la cruz, lamentándose de la mala correspondencia de los hombres, especialmente de los consagrados a Él que son sus favoritos".
En esto "se manifestaba que Él sufría y deseaba asociar las almas a su Pasión. Me invitaba a compenetrarme en sus dolores y a meditarlos: y al mismo tiempo ocuparme de la salud de los hermanos. En seguida me sentí lleno de compasión por los dolores del Señor y le pregunté qué podía hacer. Oí esta voz: 'te asocio a mi Pasión'. Y en seguida, desaparecida la visión, he vuelto en mí, en razón, y vi estos signos de los que salía sangre. No los tenía antes", dijo el Santo.
El cuerpo del santo capuchino permaneció incorrupto hasta años después de su muerte y fue enviado a Roma en febrero del 2016 como parte de las actividades del Jubileo de la Misericordia. San Juan Pablo II, que llegó a conocerlo, lo canonizó en 2002.
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