Hoy, "el mimado de la casa" ya tiene más de cuatro años y "cada semestre los hermanos se rotan" para cuidarlo, dijo el religioso, que al inicio era el que más tiempo le dedicaba, y que se quedó en el convento tras completar sus estudios "en gran parte por Fray Carmelo".
Dijo que cuando el cachorro recién llegó lo solía cargar en una "chullpa" (bolso pequeño con motivos andinos típico de Bolivia). Relató que debido a su estrecha relación, el can lo seguía a todas partes y se ponía triste cuando salía a cumplir con su servicio como fraile.
El hermano Fernández dijo que Fray Carmelito sigue siendo "travieso" y que "le gusta estar con los hermanos". Por ejemplo, dijo que si bien "el perro tiene su propio espacio" y "tiene su platito en el jardín, él duerme donde le pesca la noche. Cuarto que ve, cuarto que se queda".
Señaló que debido a las exigencias de la vida y misión de la orden no piensan tener otra mascota. "Con Carmelo basta. Nosotros somos itinerantes. Cuando me muevo, el perrito sufre. Cuando los hermanos terminan su formación y se van, el perrito sufre", dijo.