Fieles rezaron al Sagrado Corazón y ayudaron a sacerdote a abrazar nuevamente su ministerio

Fieles rezaron al Sagrado Corazón y ayudaron a sacerdote a abrazar nuevamente su ministerio
El P. Guilherme en la Misa que celebró el 3 de junio - Foto: Pascom Diocese de Petrópolis

En el primer domingo del mes del Sagrado Corazón de Jesús, el P. Guilherme Silva dos Santos regresó al ministerio sacerdotal gracias a las oraciones de los fieles, luego de estar casi un año y medio alejado en un proceso de discernimiento.

En declaraciones a la ACI Digital -agencia en portugués del Grupo ACI-, el P. Guilherme dijo que con su sostenimiento, los miembros del Apostolado de la Oración de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en la Diócesis de Petrópolis, le mostraron la verdadera vocación del Sagrado Corazón de Jesús.

"Ellos no desistieron de mí, cuando yo ya me había desistido de mí, cuando yo había desistido de ellos y de todo el mundo. Y esa es la vocación del Sagrado Corazón de Jesús, no desistir de nadie, aunque hayan desistido de Él", afirmó.

En ese sentido, expresó su agradecimiento a los fieles por rezar por él "para que yo sea feliz".

El P. Guillermo tiene 29 años y fue ordenado sacerdote el 6 de diciembre de 2014; sin embargo en noviembre de 2016 abandonó el ministerio sacerdotal.

Recordó que fueron "una sucesión de hechos hasta llegar el momento en que percibí que lo mejor que podía hacer era eso". En ese entonces servía como vicario en la parroquia Nuestra Señora Aparecida, en Piabetá.

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"Internamente, poco a poco parecía que algo no estaba funcionando muy bien", relató. "Cuanto más me entregaba al ejercicio del ministerio, en mi parte personal, como sacerdote, como persona, había algo que no encajaba".

Entonces, el 12 de octubre de 2015 fue a conversar con el obispo diocesano, Mons. Gregorio Pasión; quien comenzó a acompañarlo mientras continuaba sus trabajos. "Hice lo que mi Obispo me pidió: dé el 100% de usted como sacerdote, viva intensamente como sacerdote".

Sin embargo, las dificultades continuaban y en febrero de 2016 Mons. Gregorio Pasión lo transfirió a la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en Petrópolis, cuyo párroco era el P. André Luiz Barbosa, su director espiritual y amigo. "Yo intentaba dar lo mejor de mí, pero cuanto más ayudaba a las personas en sus necesidades, yo más sufría", recordó.

En julio de ese año el P. Guillermo pensó en "pedir dejar de ser sacerdote". Se lo comentó a su director espiritual, a una psicóloga y al Obispo. Durante los siguientes meses siguió "madurando esa posible decisión" y la puso en las manos de Dios.

En octubre de 2016, por indicación de su director espiritual, viajó a Fortaleza por un mes para participar en un retiro de la Comunidad Católica Shalom, cuando Dios le dio "una gracia de percibir que, en aquel momento, lo que tenía que hacer era dejar el sacerdocio".

Relató que muchas cosas sucedieron en el camino. "Ante toda esta crisis en mi vocación, ya no podía decir si mi sacerdocio era porque yo quería, o si fue porque otras personas lo querían", expresó.

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En el último día del retiro recordó que sintió "una paz". "Dios me dio el coraje y la gracia de percibir que yo necesitaba dejar el sacerdocio para responder a lo que quería para ser feliz".

Así, el 23 de noviembre de 2016 dejó el sacerdocio. Sin embargo, "cuando entregué la carta al Obispo, él sólo me hizo un pedido, que yo no cerrarse las puertas al sacerdocio, que el camino que yo estaba iniciando no era un camino de decisión, sino de discernimiento".

A partir de ese momento, además del desgaste físico, psicológico y espiritual, el P. Guillermo no tenía nada. "Nunca tuve un plan B en mi vida, todo lo que tenía eran mis libros y ropa de sacerdote".

Volvió con su familia y durante 15 días no salió de casa. "Tener a mi familia en ese momento fue importante", subrayó.

El primer empleo que consiguió fue como auxiliar de servicios generales en una tienda de mascotas. Retomó los estudios, ya tenía el bachillerato en Filosofía y quería estudiar Licenciatura.

Luego trabajó en el Ayuntamiento de Petrópolis. Como necesitaba horas de práctica para la universidad, postuló como docente a una escuela para ser profesor de Filosofía.

Durante todo ese tiempo no perdió de vista lo esencial, que era preguntarse lo que Dios quería.

"La Iglesia pide que todo sacerdote que deja el ministerio no asuma ningún liderazgo. Fue lo que hice. Si la Iglesia pedía que yo no sirviera en nada, entonces mi vida fue como de un laico que va a la Misa los domingos. Pero yo llegaba a la hora que comenzaba y salía después de que todos se iban, para no hablar con nadie", recordó.

Mantuvo su vida de oración, pero no formaba parte de ningún movimiento ni hablaba en nombre de la Iglesia. "Pedía a Dios la fuerza y continuaba", señaló.

Luego de un tiempo percibió "que el sacerdocio ya se había quedado atrás. Yo estaba bien, feliz otra vez, tranquilo y las cosas estaban caminando. Entonces, empecé a pensar en la posibilidad de un noviazgo, en comenzar otra vida".

Sin embargo, dijo que "en ningún momento realmente quise un cita, comenzar una relación con otra persona, porque sabía que en el sacerdocio hice la promesa del celibato y, aunque dejando el sacerdocio, no tuve la dispensa del celibato. Entonces, si me relacionara con cualquier persona, tendría que alejarme de la Eucaristía y no quería eso", manifestó.

Escribió al obispo para pedirle la liberación del celibato. Le dijo que "había dejado las puertas al sacerdocio abiertas, pero no quería volver y que, cuando pensaba en regresar, volvían todas las cosas que me sucedieron y me causaban pánico".

Pero al dejar a Dios conducir su vida, todo tomó un rumbo distinto a lo que imaginaba.

"Hablaba con mi director espiritual -que en esta época ya era el P. Alexandre Brandão-, que no me sentía realizado, pero no sabía lo que Dios quería de mí y no soportaba más. El P. Brandão siempre decía: 'Ten paciencia. A un cristiano que comulga, que tiene devoción por la Virgen María, que busca servir como usted lo está haciendo, Dios no lo deja desamparado. No sabemos por qué está tardando, pero espera'", recordó.

Así, comenzó a percibir que "el deseo de pedir la dispensa del celibato era una fuga, no era realmente por libertad. Veo este como el primer regalo de Nuestra Señora para mí. Ella impidió que tomara una decisión que me iba a hacer ser muy infeliz".

Una semana después, escribió al obispo para decirle que ya no quería la dispensa del celibato y que el sacerdocio volvía a ser una posibilidad. "Fue entonces que percibí que de noviembre de 2016 a 12 de octubre de 2017 no fue un tiempo de tomar decisiones, sino de curar heridas".

"Llegó entonces la Cuaresma de 2018 y Dios me mostró que mi vida estaba muy cómoda, que el tiempo de sanación ya había pasado y que el sacerdocio era realmente lo que yo quería".

Fueron "cuarenta días en que pregunté a Dios lo que quería de mí: 'Si es ser sacerdote otra vez, que en la Pascua el Señor lo me diga'".

Entonces, durante la Pascua "percibí que era feliz como profesor (…), pero mi felicidad como sacerdote era lo que yo quería, el sacerdocio volvió a ser algo que yo quería". Habló con el obispo sobre esta decisión y que estaba dispuesto a "prepararse para volver", sin saber aún cuando. "Fueron esos meses esperando que el Señor le mostrara el día".

Más adelante, el hermano Augusto, responsable del Hogar San Juan de Dios, dijo que necesitaban un sacerdote. Ya de regreso, el P. Guilherme servirá como capellán en este hogar de ancianos.

Así, el 3 de junio el P. Guillermo regresó al ministerio sacerdotal con una Misa celebrada en su parroquia de origen, Nuestra Señora de Lourdes, algo que considera "un regalo de Dios".

"No me había dado cuenta que era el mes del Sagrado Corazón, que yo iba a celebrar el primer domingo del mes del Sagrado Corazón. Nada de eso había sido planeado, simplemente fueron fechas y vemos la providencia de Dios en todo", afirmó.

Al final de la Eucaristía el sacerdote recibió en procesión a los miembros del Apostolado de la Oración, que besaron sus manos y le dieron un abrazo.

"Este Apostolado de la Oración fue fundado una semana antes de dejar el ministerio" y "la primera intención de ellos fue rezar por mí ", expresó a ACI Digital.

Al señalar que es importante rezar por los sacerdotes, el P. Guillermo subraya que "los miembros de ese Apostolado no podrían rezar para que alguien fuera algo". "Hoy, ellos tienen al Padre Guillermo porque rezaron para que yo fuera feliz. Este es el fruto de su oración. El Apostolado de Oración alcanzó sus oraciones en mi vida porque rezó para que yo fuera feliz", afirmó.

Traducido y a adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en ACI Digital.

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