Según El País, la mayoría de las religiosas jóvenes que se han visto atraídas por la vocación de Sor Verónica "ha tenido pareja y empleo… No son monjitas de escasa teología… han sido educadas en la Iglesia de resistencia de Juan Pablo II. Son militantes… Son urbanas y con estudios. Ninguna es inmigrante. Hay cinco hermanas de la misma familia; 11 parejas de hermanas de sangre y unas gemelas. Abunda la clase media. Y los títulos universitarios. Esta comunidad ofrece un completo catálogo de abogadas, economistas, físicas y químicas; ingenieras de caminos, industriales, agrícolas y aeronáuticas; arquitectas, médicas, farmacéuticas, biólogas y fisioterapeutas; bibliotecarias, filólogas, pedagogas y fotógrafas".
Una de las hermanas de la comunidad entrevistada por El País define su clausura como "una casa abierta a los que llaman a nuestra puerta. Queremos compartir nuestra fe, dar a conocer lo que nos está pasando. Y si ven a Jesús en nosotras, adelante. España está tan pagana que hace falta que compartamos nuestra fe, no que la vivamos a solas. Es el momento de actuar".
El crecimiento del convento desde la llegada de Sor Verónica ha sido explosivo: en 1994, cuando fue nombrada maestra de novicias con sólo 28 años, ingresaron 27 hermanas. En 2002 eran 72; en 2004, 92; en 2005, 105. Y 134 a finales del pasado mes de septiembre. Todas viviendo en un convento del siglo XVI construido para albergar a 32 religiosas.
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