"En efecto, concentrando toda la relación con Jesús-Eucaristía en el único momento de la Santa Misa, nos ponemos en el riesgo de vaciarnos de su presencia el resto del tiempo y el espacio existencial. Y así, se percibe menos el sentido de la presencia de Jesús en medio de nosotros y con nosotros, una presencia concreta, cercana, entre nuestras casas, como ‘Corazón latente’ de la ciudad, del país, del territorio en sus diversas expresiones y actividades", dijo.
Al recordar algunas vigilias eucarísticas de preparación a la Santa Misa junto a los jóvenes, el Papa recordó con alegría la de Colonia en 2005, Londres, Zagreb, o Madrid en 2011, e indicó que también son una excelente forma de preparar el corazón para el encuentro y hacerlo todavía más fructífero.
"Estar en silencio por un tiempo ante al Señor presente en el Santísimo Sacramento, es una de las experiencias más auténticas de nuestro ser Iglesia, que acompaña complementariamente la celebración Eucarística, escuchando la Palabra de Dios, cantando, y sentándose juntos en la mesa del Pan de vida".
De este modo, continuó, "el verdadero amor, y la verdadera amistad viven siempre de esta mirada recíproca, de silencios intensos, elocuentes, plenos de respeto y de veneración, para que el encuentro sea vivido profundamente, de modo personal y no superficial".