"No creo que ninguno de nosotros comprenda la profundidad del trabajo por el que pasó, la rutina diaria del trabajo que puso para perdonar", dijo el sacerdote. Lynn Collier, la madre de Scott, dijo que en cuanto recibió la llamada de su hijo, su "mayor temor era que muriera solo. Fue un alivio que nos llamara, que quisiera reconciliarse. Allí había perdón".
Desde entonces, sus padres se mudaron a Colorado y lo acompañaron durante su tratamiento y siempre que lo necesitó. Scott recibió su enfermedad con total aceptación y tras la primera cirugía de extirpación del tumor, vivió un inesperado "milagro".
Sentí que "todo el dolor con el que viví la mayor parte de mi vida - la lucha, la ansiedad, la dificultad, la depresión -, todo desapareció. Todo se fue a través del cáncer. Era casi como si el cáncer fuera una respuesta a mi iniciativa espiritual", dijo.
Señaló que de alguna manera el cáncer fue un alivio para él, pues antes de eso "no podía vivir, pues estas cosas me estaban atascando, eran cancerosas en mi curación", dijo. "Fue el cáncer lo que me hizo erradicar muchas de las cosas que me impedían vivir", añadió.