Los obispos deben ser "humildes, mansos, servidores y no príncipes", así lo aseguró el Papa Francisco durante la Misa celebrada este lunes 12 de noviembre en la Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano.
Por el contrario, siguiendo las indicaciones de San Pablo en su Carta a Tito, el Santo Padre afirmó que un obispo no puede ser arrogante, ni soberbio, ni colérico, no debe estar atado al dinero ni dedicarse a los negocios.
"Aunque tuviera uno solo de esos defectos, ese obispo sería una calamidad para la Iglesia". Un Obispo "debe ser capaz de dar hospitalidad, de amar el bien, debe ser sensato, justo, santo, dueño de sí mismo, fiel a la Palabra digna de fe que le ha sido enseñada".