A continuación ponemos a disposición de nuestros lectores, el discurso completo del Papa Juan Pablo II al iniciar oficialmente el Año de
1. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20).
Reunidos ante
Os saludo a todos los que estáis en Guadalajara para participar en la conclusión del Congreso Eucarístico Internacional. En particular, al Cardenal Jozef Tomko, Legado mío, al Cardenal Juan Sandoval Iñíguez, Arzobispo de Guadalajara, a los Señores Cardenales, Arzobispos, Obispos y Sacerdotes de México y de otros muchos Países que están presentes.
Saludo también a todos los fieles de Guadalajara, de México y de otras partes del mundo, unidos a nosotros en la adoración del Misterio eucarístico.
2. La conexión televisiva entre
3. “
¡Misterio de luz! De luz tiene necesidad el corazón del hombre, oprimido por el pecado, a veces desorientado y cansado, probado por sufrimientos de todo tipo. El mundo tiene necesidad de luz, en la búsqueda difícil de una paz que parece lejana al comienzo de un milenio perturbado y humillado por la violencia, el terrorismo y la guerra.
¡
4. ¡Misterio de vida! ¿Qué aspiración puede ser más grande que la vida? Y sin embargo sobre este anhelo humano universal se ciernen sombras amenazadoras: la sombra de una cultura que niega el respeto de la vida en cada una de sus fases; la sombra de una indiferencia que condena a tantas personas a un destino de hambre y subdesarrollo; la sombra de una búsqueda científica que a veces está al servicio del egoísmo del más fuerte.
Queridos hermanos y hermanas: debemos sentirnos interpelados por las necesidades de tantos hermanos. No podemos cerrar el corazón a sus peticiones de ayuda. Y tampoco podemos olvidar que “no sólo de pan vive el hombre” (Cf. Mateo 4, 4). Necesitamos el “pan vivo bajado del cielo” (Juan 6, 51). Este pan es Jesús. Alimentarnos de él significa recibir la vida misma de Dios (Cf. Juan 10, 10), abriéndonos a la lógica del amor y del compartir.
5. He querido que este Año estuviera dedicado particularmente a
Siguiendo el ejemplo de María, “mujer eucarística” (“Ecclesia de Eucharistia”, capítulo VI), la comunidad cristiana ha de vivir de este misterio. Consolidada por el “pan de vida eterna”, ha de ser presencia de luz y de vida, fermento de evangelización y de solidaridad.
6. “Mane nobiscum, Domine!” Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús, ¡quédate con nosotros!
Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche.
Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien.
Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad.
En
Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén.
> Lea también la Carta Apostólica MANE NOBISCUM DOMINE por el Año de la Eucaristía.
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