El Arzobispo de Génova y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana Cardenal Angelo Bagnasco, señaló que el Estado tiene el deber de proteger la vida de todos, especialmente de los más débiles ante las amenazas actuales del aborto y la eutanasia.

En una reflexión a propósito del mensaje del Papa Benedicto XVI por la Jornada Mundial de la Paz que se celebró el 1 de enero, el Purpurado cuestionó: “¿qué garantías puede haber si un Estado no respeta, no apoya, no acoge, no defiende la vida especialmente de los más frágiles y débiles, incluso la vida que no tiene siquiera la cara, e incluso su voz para imponer por si misma su propio derecho?”.

Aunque no menciona directamente las palabras aborto y eutanasia, como señala el Servicio de Información Religiosa (SIR), el Cardenal subrayó que "la ética social se basa y está garantizada por la ética de la vida".

El Purpurado además cuestionó al Estado cuya comunidad civil no está en la capacidad de acoger a la persona en su etapa última de la vida, de no tener un corazón lo suficientemente grande, sensible para conmoverse de la fragilidad humana.

Estas personas frágiles, dijo el Cardenal, constituyen “los últimos de los últimos. Aquellos que no pueden imponer a los otros la presencia, ni el rostro ni mucho menos la voz”.