Es viudo, papá de 2 hijos y ahora es sacerdote: Esta es su inspiradora historia

Es viudo, papá de 2 hijos y ahora es sacerdote: Esta es su inspiradora historia
Foto referencial de sacerdote: Pexels, dominio público

El P. Carlos Bou Aliaga es un sacerdote diocesano español de 64 años, viudo y padre de dos hijos. Fue ordenado en 2019 y en esta nota te contamos su historia y cómo Dios fue preparándolo poco a poco para consagrarse por entero a su servicio.

En el programa Cambio de Agujas de HMTelevision, el P. Carlos recuerda que cuando era niño solía ir "a Misa, mis hermanas iban a un colegio de monjitas. Mi juventud fue muy sencilla, muy normal. Teníamos una casita de campo en las afueras de Valencia adonde íbamos los fines de semana".

"En la juventud, cuando lógicamente se van perdiendo las raíces, yo seguía yendo a Misa. Tengo el recuerdo que siendo universitario iba. Si a lo mejor hubiera tenido acompañamiento espiritual hubiera sido sacerdote" en ese momento, "pero el Señor siempre estaba conmigo y pude elegir con libertad", relató.

Carlos Bou se casó por la Iglesia y tuvo dos hijos: Maria que ahora tiene 40 años y tiene una discapacidad severa, y Carlos que es informático.

Al nacer, María "casi se muere, casi muere también su madre, mi mujer". Su dolencia era grave y le sugieren bautizarla, algo que hace dos días después.

Cuando eso sucedió, el ahora se cuestiona: "¿La vida de quién es? La vida es de Dios. Nadie la conocemos. Yo veo eso desde la fe pero ene se momento lo veía como una persona normal y ya. ¿Dónde está Dios ahí?".

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Luego "mi mujer se volcó mucho en la atención" de María, "se deterioró nuestro matrimonio. Ella (su esposa) tuvo leucemia y murió en un año. Entonces, pues también ¿dónde está Dios?"

Tras la muerte de su esposa, continuó, "mi postura frente a Dios es que seguía teniéndolo apartado. Luego veo a Dios en un acontecimiento claro y es que tengo una familia que me acoge porque, claro, yo me fui de casa de mis padres con 21, 22 años, y volvía con 34, 35 con dos chiquitos: María en una silla de ruedas y Carlitos con 8 años, cogido de mi mano".

El sacerdote agradece haber podido con su familia, para poder trabajar y eventualmente llegó a "una multinacional con un buen sueldo, con todas las cosas del mundo: coche, tarjeta, y te crees que eres el rey del mundo. Y al Señor lo sigues teniendo al lado, va acompañándote siempre, pero vives tú tu mundo donde eres el rey y quieres mandar".

El regreso a la Iglesia

Después de un tiempo Carlos Bou se enfermó y sintió la necesidad de confesarse e ir a Misa, para superar "una vida completamente separada de la Iglesia" porque no quería "morir en pecado mortal".

"Y eso el Señor me lo puso en el corazón", resaltó.

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Se confesó después de unos 15 años en una parroquia cerca de su casa. "Encontré a un sacerdote mayor que era el rostro del Padre Misericordioso en la parábola del Hijo Pródigo, que no me preguntó nada, ni por qué lo hacía. Dije todos los pecados, todas las cosas que había hecho mal, todos los vicios, gastarme el dinero. Un desastre, y él lo único que me decía era 'tranquilo, tranquilo, el Señor te perdona'".

Después, recordó, "acabó la confesión y me dio un abrazo, y ahí en ese momento… creo que los conversos, los que hemos vuelto a la Iglesia después de estar muchos años separados, sentimos ese amor misericordioso infinito del Señor".

"Ese abrazo que me dio este sacerdote me cambió la vida completamente", destacó el sacerdote.

Desde entonces fue a comulgar a diario, aprovechando que estaba de baja en la empresa, que finalmente lo jubiló.

El presbítero dijo que en la confesión, "en ese acontecimiento, me lo digo cuando predico o cuando estoy en las mañana en la oración personal, el Señor me mostró su amor infinito porque Él tiene una historia para cada uno".

Tiempo después una feligresa de su parroquia lo invitó a una Misa en el Cotolengo, donde asisten a personas con discapacidad en Valencia.

"Fui a esa Misa y ahí vi a Dios, en esa casa", explicó.

"Volví y no pude dormir esa noche. Al día siguiente fui al Cotolengo, con los papeles de María (su hija) y hablé con la Madre general, una madre que me dijo 'usted ya tiene a su hija en una residencia, ¿por qué quiere traerla aquí?' Porque aquí veo a Dios, respondió".

La historia de su vocación sacerdotal

Luego de su conversión, Carlos Bou Aliaga se preguntó si podría estudiar teología siendo laico, y presentó su solicitud a la facultad local, ya con unos 50 años.

Allí, el P. Juan Miguel Díaz Rodelas, que era el decano, lo llamó para una entrevista y lo cuestionó: "¿Tú no tendrías vocación sacerdotal?' Y yo caí…. Y me dijo '¿Me dejas que llame a un amigo sacerdote y hable contigo?".

Al cabo de unos días, prosiguió, "me llamó Don Javier Grande que era el rector del Seminario Menor de Valencia, que vivía cerca de mi casa. Me ayudó a ver y al cabo de unos meses de hablar con él, unos cinco, seis meses, me dijo que lo tenía claro y que haría un informe".

El sacerdote relató que pensó entonces que "el Señor me está llamando a esto y me presentaron a Don Fernando Ramón, que con don Javier Grande son dos sacerdotes que me han ayudado muchísimo, porque yo era un bicho raro, alguien mayor, con una hija con discapacidad severa".

"El Señor me puso gente maravillosa que me ayudaron, me acompañaron. Al cabo año  pico Don Fernando pensó que sí podía tener (vocación) y lo planteó a Don Carlos Osoro", el actual Arzobispo de Madrid.

El P. Carlos Bou comentó que "en esa época mi máximo cómplice fue mi hijo Carlos. Vivíamos los dos juntos en el piso y él era el único que sabía cuándo me iba de ejercicios o de retiro porque no podía andar diciendo que estaba yendo a ver si entro al seminario o no".

Después, compartió el sacerdote, "tuve la entrevista con Don Carlos Osoro y me planteó la posibilidad. Él hizo una apuesta por mí y otros, ese año entramos tres o cuatro mayores" al Seminario de Valencia, donde fue ordenado diácono el 22 de septiembre de 2018, junto a otros 10 seminaristas.

Un año después, en 2019, fue ordenado sacerdote.

El P. Carlos afirma que "todas las personas que nos encontramos con Dios pasados los años, nos podemos dar cuenta de que la plenitud de corazón solo la da el Señor. No me quiero comparar con nadie, pero sí que es verdad que antes de Dios estaba vacío".

"El único que te llena el corazón es Dios".

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