Concluida la visita a la Mezquita Azul, el Papa se dirigió a la Catedral Armenia Apostólica de esta ciudad. En su discurso, destacó que el encuentro sostenido con Su Beatitud, el Patriarca Mesrob II Mutafian, “es más que un simple gesto de cortesía ecuménica y amistad”.
“Es un signo de nuestra esperanza compartida en las promesas de Dios y nuestro deseo de ver cumplida la oración que Jesús ofreció” por la unidad de sus discípulos “para que sean uno en el Padre”, indicó.
“Jesús dio su vida en la Cruz para que todos los hijos dispersos de Dios se unan, para romper las paredes de división. A través del sacramento del Bautismo, hemos sido incorporados al Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Las trágicas divisiones que, con el tiempo, han ocurrido entre los seguidores de Cristo contradicen abiertamente la voluntad del Señor, han generado escándalo en el mundo y han dañado la causa más justa, la predicación del Evangelio a toda criatura”, dijo el Papa, recordando las palabras de la encíclica Unitatis Redintegratio.